Buenos Aires, TELAM
Vélez Sarsfield le ganó a un San Lorenzo en ruinas por 1-0, en un volcánico Nuevo Gasómetro, y se convirtió en el nuevo líder del torneo Clausura de primera división. El uruguayo Hernán Rodrigo López, de penal a los 40 minutos del primer tiempo, selló la victoria del único invicto del campeonato, que sufrió la expulsión de su capitán, Fabián Cubero, en el final.
Insultos, banderas y cánticos ofensivos, silbidos y otras muestras de repudio para los jugadores de San Lorenzo tapizaron las tribunas del estadio después del fracaso en la Copa Libertadores de América.
El reconocimiento sólo bajó de la popular visitante de Vélez para un equipo que nunca perdió desde que lo dirige Ricardo Gareca y trepó solitariamente a la punta con 19 unidades.
El delantero Andrés Silvera, reemplazado al comenzar el segundo tiempo, fue el jugador más maltratado por el público local, que mostró una relación sin retorno con los futbolistas.
El mediocampista Diego Rivero, siempre reconocido por su entrega, también se sumó a la locura general y provocó a la gente con un gesto que denotaba desoír los silbidos destinados durante su sustitución.
Con un clima enrarecido y el ánimo por el piso, tras la eliminación en la Copa Libertadores y la agresiva recepción del plantel en Ezeiza, San Lorenzo se entregó mansamente ante un rival que no tuvo brillo en su juego pero sí inteligencia y orden.
Vélez especuló con el caos de su rival, esperó con paciencia algún error producto de la desconcentración ajena, lo capitalizó y luego se defendió con la tenencia de la pelota.
Sin llegadas nítidas, Vélez tuvo su oportunidad en el partido cuando López giró en el área y provocó un penal infantil del capitán Sebastián Méndez, uno de los pocos que se salvó de las reprobaciones.
El uruguayo, aquel verdugo de San Lorenzo en la Recopa Sudamericana 2003 cuando jugaba para Olimpia de Paraguay, convirtió el gol y el partido quedó virtualmente definido.
Es que San Lorenzo, con la cabeza en cualquier parte, nunca pudo comprometerse seriamente con el juego para intentar revertir un resultado que acentuó su crisis institucional.
En efecto, Vélez quedó ante un escenario muy accesible, controló la pelota, jugó lejos del arco de Germán Montoya y abandono el Bajo Flores con la punta en su poder.

