Recuperó la memoria perdida, esa identidad que tanto buscaba y tanto le costó conseguir. Ayer Unión mostró que la palabra ascenso no le queda chica. El Azul superó a Del Bono 2-0 y sigue invicto de local (lleva 47 partidos sin perder) y se trepó a la punta junto a 9 de Julio y San Martín. El Azul pegó en los momentos justos, supo controlar el partido con inteligencia y madurez para alzarse con una victoria gigante ante un público ilusionado.

El Bodeguero estuvo desconocido en el primer tiempo, nunca encontró la fórmula, no se encontró como equipo y encima cometió dos errores, que le costaron la vida. Luego en el complemento despertó, fue protagonista y manejó el balón, pero le faltaron ideas para lastimar y quebrar a una dura defensa Azul, que ayer fue una muralla.

Apenas comenzó el partido Unión movió la pelota y armó una jugada de tres toques en 30 segundos y Laciar casi marca. Unión estaba concentrado, metido en su objetivo y no tardó en madrugar. A los 5′ un error de Tapia, que le pifió a la pelota y no hizo más que regalársela a Acevedo, que no perdonó y empezó a construir el triunfo, 1-0.

Todos se miraban en el Bodeguero, nadie entendía que pasaba, no había reacción. Inseguridad para jugar y desconcierto para marcar. Molina no aparecía, Paz estaba muy solo en el medio y arriba Ríos luchaba como podía. El Azul en tan poco tiempo tenía el partido controlado con un gran trabajo de Fullana en el medio, de Monassa con ese ir y venir incansable, de Laciar pivotendo y de Acevedo, que fue un león, que aguantó todo. Guerra con esa claridad para jugar cortito y la enorme personalidad de Gómez. No habían puntos bajos en el local, todo lo contrario en Del Bono que tuvo dos chances claras, primero con Ríos, que remató al palo y luego con Cáceres, que le pegó exigido y Biasotti a puro reflejo la mandó al córner.

Tan partido estaba Del Bono atrás, desorientado para marcar, que Laciar tuvo tres chances seguidas para marcar, pero Sosa e Illanes lo mantuvieron con vida al Bodeguero. Las ausencias de Páez y Fernández se hacían sentir. Unión quería más y lo consiguió sobre la hora. Guerra habilitó a Laciar, que se la picó a Sosa para agrandar diferencias.

En el segundo tiempo el clásico fue otro. Unión dejó que Del Bono hiciera el desgaste y esperó bien parado de contra. Una táctica arriesgada, pero el Azul casi no pasó sobresaltos, porque defendió con mucha personalidad. Del Bono se afirmó atrás, adelantó las líneas y manejó todo el segundo tiempo la pelota. Fue protagonista, pero no tuvo ideas para penetrar, careció de la creatividad del Luto Molina. Entonces el reloj hizo que los nervios fueran desesperando al Bodeguero y Unión movió el balón, lo cuidó y ahí mostró uno de los mejores pasajes futbolísticos del año, que le hicieron encontrar la identidad perdida.