No es nada perder, sino la cara que te queda. No es nada organizar toda una Copa América, sino ver cómo otro país festeja en tu casa, ante tu gente y en tu fiesta. Así tendremos que vivir los argentinos una semana más de Copa América, de nuestra Copa América que tendrá otro dueño, estirando esos 18 años de abstinencia a nivel continental. Pero así es el fútbol y no servirá de nada patalear. Nos tocó perder, sin excusas. Pero es feo, duele, molesta. Ver cómo todo el esfuerzo y la ilusión de una Copa América será premio ajeno. Y para los sanjuaninos mucho más tal vez. Porque el noviciado en este tipo de torneos se pagó caro y se disimularon errores con mucho amor propio y voluntad. Es más, los sanjuaninos se dieron el gusto de mostrarle al mundo un estadio hecho para la Copa, marcando un hito en la historia deportiva de nuestra provincia. Pero claro, todo ese orgullo no servirá de nada. Ver cómo otros disfrutan del momento máximo del triunfo es una condena difícil de asimilar.
Argentina hizo su fiesta y se quedó sin fiesta. Quedan 7 días de Copa América y no hay otra que aguantar por más que a uno ni le importen ya las atajadas de Muslera, la potencia de Paolo Guerrero o la fidelidad del pueblo chileno para con su selección. La Copa América es ajena. Los ídolos también. Ver a Alexis Sánchez y su rara habilidad puede ser el premio consuelo para los cuyanos, pero duele lo otro: la ausencia de la camiseta celeste y blanca en los tramos decisivos del máximo torneo de esta parte del continente.
La Copa América sigue pero para los argentinos se terminó el sábado. Casi como para decir que esta semana de Copa no le interesa a nadie y que para los visitantes, la fiesta sigue. El fútbol es así. Capaz de todo. De disfrutar del triunfo propio y de esperar una Copa por 4 años para que se termine una semana antes y sin lugar para quejarse. Es la Copa América. La que sigue pero que para todos los argentinos, se terminó una semana antes.
