El seleccionado argentino de fútbol, que tuvo un 2011 para el olvido con el fracaso en la Copa América que organizó y resultados negativos históricos, cerró el año con una valiosa victoria por las Eliminatorias Sudamericanas ante Colombia, de visitante, en los cuarenta grados de la ciudad de Barranquilla.
Así, para el técnico Alejandro Sabella, quien había calificado al partido como importante, pero no decisivo, el respaldo que mostraron los jugadores no sólo en el resultado, sino en la actitud, fue determinante para concluir el primer cuarto de la clasificación para el Mundial de Brasil 2014 con algo más de oxígeno.
Es cierto que el ingreso de Sergio Agüero en la segunda parte le dio al equipo más dinámica en el ataque y liberó a Lionel Messi, quien fue desequilibrante en ese lapso del partido bien acompañado por José Sosa, pero la verdad es que Argentina cumplió un destacado papel a lo largo de todo el desarrollo y no mereció ir perdiendo nunca en el estadio Metropolitano.
Y para resaltar también de esta victoria es que llegó en un clima totalmente adverso, que ante un resultado en contra suele aparecer como una excusa, pero esta vez, los argentinos se hicieron grandes ante una temperatura y sensación térmica que tornaron el aire irrespirable hasta para estar sentado en una butaca a la sombra.
Argentina salió a jugar el partido como una verdadera final, con un esquema defensivo, a juzgar por el dibujo y los nombres, pero desde el minuto inicial mostró intenciones de adueñarse de la posesión de pelota y plantarse en campo ajeno.
El único tramo del partido en el que los albicelestes se vieron desbordados fue en el último cuarto de hora de la primera parte, cuando a Sosa le ganaron la espalda y Pablo Zabaleta sufría el ‘dos-uno‘ de Adrián Ramos y Pablo Armero, y el gol llegó por una fatídica jugada de Javier Mascherano.
No obstante, con la lesión de Nicolás Burdisso, la desventaja sobre la hora, el calor y los fantasmas de los últimos resultados desfavorables como fueron la derrota con Venezuela y el empate con Bolivia, el presagio no era el mejor para lo que vendría después del descanso.
Sin embargo, la entrada de Agüero por Pablo Guiñazú le dio al equipo más dinámica en el ataque, Sosa se corrió hacia la izquierda y realizó su tarea más destacada, y el mejor jugador del mundo frotó su lámpara y cuando lo hace, su equipo generalmente la pasa bien.
Lo empató de la mano de Messi y el buen socio que encontró en Sosa, pero no se conformó con el punto y siguió con la postura ofensiva, más una saludable actitud de batalla en los mediocampistas de recuperación y seguridad en su defensa. Por eso, el gol de Agüero sobre el final le dio el premio merecido a un equipo que, esta vez fue efectivo para concretar las pocas ocasiones que tuvo, pero que en el contexto en el que jugó se valora mucho más la victoria lograda.