Una definición magnífica de Ariel Ortega a cuatro minutos del final, acalló los viejos fantasmas que vienen agobiando a River, que por fin pudo festejar ayer una angustiosa victoria por 4-3 sobre Chacarita Juniors.
Parecía que River cambiaría el rumbo de las flojas presentaciones anteriores, pues no habían pasado 5 minutos cuando un tiro libre de zurda de Buonanotte puso la pelota casi en un ángulo del arco de Nicolás Tauber, quien llegó a manotear sin efecto, y el caliente Monumental activó el tan deseado festejo.
Chacarita puso en cancha un esquema bien defensivo para jugar de contra y rindió porque en el primer pelotazo largo de Fernando Fontana reabrió heridas de la última línea riverplatense. Maximiliano Coronel pegó un salto rayano al ridículo a destiempo, Cabral poco pudo hacer para cerrar y el "Chavo" Alustiza la cruzó fuerte al segundo palo.
Iban 22 y la gente esperaba algo del trípode de ataque, Buonanotte tirado a la derecha, Gallardo intentando salir desde la izquierda al medio y Ortega como segunda punta, que como no le llegaba la pelota bajaba a ver qué pasaba. Andrés Ríos no tuvo conexión y pareció no estar en la cancha.
Pero hubo otra pelota parada a los 32. Corner de Buonanotte desde la derecha, cabezazo de Cabral junto a un palo y 2-1.
Se iba el primer tiempo y otro pelotazo que sobró a Cabral y dejó solo a Alustiza frente a Vega. El delantero, único punta de Chaca, se abrió y el arquero lo bajó. Alustiza ejecutó el penal fuerte abajo y selló el 2-2 y River se fue al descanso con nuevas alucinaciones fantasmales.
River empezó para peor el segundo tiempo, porque a los 7, además de que los centrales perdieron la marca, el arquero Vega salió muy mal en un centro desde la derecha y Parra de cabeza puso el tercero de los Funebreros.
Gorosito decidió hacer cambios y sacó a Gallardo de la cancha. Daniel Villalba, su reemplazante, recibió en alta velocidad un preciso pase de Ortega, gambeteó a Tauber y estampó el empate.
Allí tuvo River su mejor momento del partido con un tránsito más prolijo por el campo rival, pero la defensa volvía a crear suspenso en cada pelota. Chacarita cuidó con mucha gente en el medio y buscó desde lejos, con Alustiza y con Cano, quien estuvo muy cerca de desnivelar.
Pero a cuatro del final llegó un pelotazo de Villagra que encontró habilitado a Ortega, que le pegó de emboquillada y se metió por detrás de Tauber, haciendo explotar al Monumental.
Apenas esa definición de Ortega calmó los ánimos y apaciguó angustias en un River que sigue sin encontrar su juego.

