Se moría el partido. La reacción y la mejoría del segundo tiempo parecían no alcanzar para terminar con la amargura de un San Martín que había logrado igualarle a Rafaela con el cabezazo de Lucas Landa. Parecía que no se podía. Que no había tiempo y menos, argumentos. Pero el tucumano Saavedra, que recién llevaba 120 segundos en cancha, vio el hueco, metió el zurdazo y desató el delirio en el Pueblo Viejo. Es que clavó un remate de 30 metros que sorprendió al arquero Sara y estableció un 2-1 que parecía imposible y que sirvió para el desahogo de todo San Martín, que hacía ya 8 fechas que no podía festejar una victoria. Fue duro. Complicado y difícil porque este Rafaela sabe lo que hace y lo pone en práctica. Lo demostró en el primer tiempo cuando se le paró muy bien a la ansiedad de San Martín, lo controló y lo lastimó con aquel gol tempranero de Gandín. Ese fue un Rafaela. Muy distinto al del segundo tiempo en el que los cambios en San Martín y la actitud verdinegra, lo obligaron a defenderse sistemáticamente.

Se sabía que San Martín iba a arrancar con toda la presión encima. Se sabía que ganar era obsesión y necesidad para un equipo que había hecho muy bien las cosas en Santa Fe contra Colón y que para darle valor a ese empate, tenía que ganar como local. Así y lo encaró el Verdinegro, tratando de ahogar a Rafaela pero se topó con el orden y la concentración del rival que le cerró los caminos y luego le quitó la pelota. Conducido por Alexis Castro, Rafaela asustó de entrada con Fede González cuando apenas iba un minuto. San Martín le respondió a los 4’ con un cabezazo al piso de Alvarez que se fue apenas desviado. Todo era demasiado parejo hasta que a los 10’ llegó un centro desde la izquierda y en el punto del penal, Darío Gandín la peinó para dejar sin reacción al arquero sanjuanino y desatar todos los fantasmas de un San Martín que se nubló, confundió los caminos y terminó siendo presa de sus propia ansiedad.

En el complemento, Garnero acertó con el ingreso esperado de Maxi Nuñez. Lo abrió bien por la derecha y en el otro extremo lo hizo igual con Poggi. Con eso, le abrió la cancha a Rafaela y lo empezó a complicar. A los 4’ Alvarez exigió a Sara con un tiro libre y a los 8’, llegó el empate. Poggi se hamacó por la izquierda, dejó parado a Fontanini y le sirvió el gol a Landa, que cabeceó solito al gol. De ahí en más, todo fue Verdinegro. Sin renunciar nunca a pesar de todas las limitaciones. Sabiendo que era el momento. Pudo haberlo definido Caprari cuando se la bajó Graf y el remate del Gato se fue arriba del travesaño pero tenía que llegar en la agonía para que gustara más y le tocó a Saavedra, que desde 30 metros desató el delirio y decretó el desahogo.