Ser arqueros está en la sangre de la familia López Quinn. El papá, Javier, atajó en la Primera de Unión desde el "98 al 2003, su hermana Josefina es arquera de hockey césped en Lomas y la más chiquita, Valentina ataja en el handball. Tal vez por ahí se resuma y se entienda el sueño del pibe hecho realidad para el arquero sanjuanino Matías Ignacio López Quinn. Es que con 14 años acaba de firmar como jugador de Arsenal de Sarandí, completando en apenas tres meses un ciclo que empezó con un video, siguió con una prueba en noviembre del 2021 y terminó con la pretemporada en enero de este 2022. Así de rápido y de intenso, el enorme sueño que tenía Matías se terminó haciendo realidad. Hoy, ya instalado en la pensión de Arsenal y con la visita de sus papás Javier y Alejandra, es el momento para repasar lo que fue esta historia con final feliz.
Vivirá en la pensión de Arsenal y el club ya lo inscribió en un colegio que está a dos cuadras.
Recién a los 10 años, Matías se inclinó por ser arquero. Había probado en el rugby y en el fútbol, se destacó como volante central del Club Vilo. Pero claro, el bichito del arco estaba latente y se decidió. Lo pusieron y se mentalizó de tal forma que asumió como reto llegar al fútbol grande. Entrenó, se cuidó, se preparó. Fue 6 meses a Sportivo Desamparados y sabía que llegaría la oportunidad. Chance que tuvo nombre y apellido en el exarquero uruguayo de Boca, Carlos Silva, quien lo vio y decidió enviar sus videos a Arsenal. En Sarandí gustó, lo convocaron en noviembre pasado para una prueba con 3 chicos más y quedó. Lo volvieron a llamar para la pretemporada desde el 13 de enero y el próximo viaje fue para firmar los papeles. Todo así de rápido y de inolvidable.
La experiencia del arquero Silva fue clave para remarcar sus virtudes y abrirle la puerta para demostrar lo que podía dar. Ahora, se viene lo mejor. Lo que Matías soñó. Entrenando a full, mañana podría regalarle a sus viejos su primer partido en el arco de Arsenal frente a Estudiantes de La Plata. Pero ya todos los López son más que felices. Con 14 años y una personalidad enorme, el mayor de los chicos ya se ganó su lugar en un club de Primera. Como para demostrar que los sueños se pueden hacer realidad aunque sea volando de palo a palo.