Por el exitismo tan argentino cuesta digerir que la Selección Argentina, poderosa y puntera, empate con Perú, débil y penúltimo. Sin embargo los campeonatos tiene partidos y partidos. Los campeones apoyan sus títulos en la regularidad. Es cierto que Argentina anoche no jugó bien. Pero convengamos que Perú jugó, el partido de esta eliminatoria.

Al equipo que tiene como responsabilidad armar Sabella, en el partido de anoche, pueden criticarsele algunos aspectos futbolísticos negativos, pero debe destacarse que dentro de las tinieblas producidas por sus cortocircuitos de juego no perdió nunca la cabeza. Aún sufriendo el asedio de los peruanos, intentó mantenerse siempre ordenado defensivamente. Las fisuras que generó el tándem que por la derecha armaban Advíncula y Farfán generándole superioridad numérica a Rojo, fueron bien cubiertas por Federico Fernández quien junto al arquero Sergio Romero y a Gonzalo Higuaín fueron los más parejos.

Hubo otros rendimientos individuales muy bajos, como el de Fernando Gago que parece que se apichona cuando juega con Mascherano. Ante Paraguay el ex jugador de Boca era dueño y señor del medio, anoche se lo vio jugando demasiado vertical y apurado. Convengamos que la velocidad de Lavezzi y Di María son una tentación para jugar rápido al claro. Claro que, hay oportunidades que si el rival te obliga a jugar rápido por la presión, es indispensable hacer correr el fútbol para quitarles ritmo.

Argentina no jugó bien. Mérito de Perú, que trató de dar un manotón de ahogado porque está a cinco puntos del último que entra al Mundial. Argentina pudo haber perdido y casi lo gana en un par de arrestos individuales. Por eso más allá del exitismo que nos obliga a golear antes de jugar. Es un punto que vale.