Finales son finales y se juegan distinto a todo. Porque sea el premio que sea el que esté en juego, cuando llega la hora de afrontarlas, no hay cansancio, antecedentes ni historia que valgan. A las finales, se las gana. A veces, como sea. Es por eso que para Sportivo Desamparados este domingo no será uno más. A las 20, de local y con el respaldo incondicional de su gente, el Puyutano empezará a buscar el boleto a la Promoción, donde ayer quedó confirmado que Independiente Rivadavia, nada menos, será el rival que espere desde la B Nacional.

No será sencillo el trámite porque enfrente tendrá a Sportivo Belgrano de San Francisco, Córdoba, el equipo más regular de toda la fase clasificatoria, que llegó a esta instancia después de haberse repuesto de una recaída en el Nonagonal que le quitó posibilidades de ascenso directo.

En lo futbolístico, lo de Desamparados se apoya más en su capacidad para la lucha, para no entregarse nunca y por la madurez para saber aprovechar sus momentos dulces. Apoyado en una defensa sólida, respaldado por el amor propio de los volantes, iluminado por el talento de Garrido como conductor y esperanzado en la capacidad de lucha de sus delanteros, Desamparados ha ido superando etapas, una a una y sin que le sobre nada. Pero ese paso a paso lo fortaleció desde lo anímico y hoy se anima a cualquier cosa. Ese es su punto fuerte: su convicción. Que juegue más o menos lindo, es otra historia. Desamparados juega con lo que le sobra que es su coraje. En la otra vereda futbolística se para Belgrano, con un plantel muy bien dotado desde lo técnico, con una propuesta abierta pero para nada inocente, que tiene nombres con trayectoria como el goleador Aróstegui o el talentoso Juan Pablo Francia donde sustenta sus aspiraciones.

Se podría decir que es un choque de estilos. El amor propio de Desamparados y la riqueza de Belgrano. Un cruce de dos legítimos aspirantes a la Promoción, lleno de condimentos. Como para no perdérselo.