La victoria verdinegra dejó aristas positivas, el hincha siempre quiere que el conjunto gane, guste y golee. Ayer lo sanjuaninos ganaron apelando a un estilo que prioriza el respeto por la pelota. Estuvo bien parado, tuvo personalidad y le sobraron convicciones para defender sus intereses.
1- Bien parado
La primera impresión que causó el San Martín que ayer volvió a la victoria es la de ser un equipo bien parado en la cancha. Firme en el fondo, apoyado en la experiencia de Grabinski y Melo. Solidario en el medio con el trajinar de Alderete y Videla que, apoyados por los laterales, se esforzaron en tapar todos los huecos y recuperar la pelota. Y con permanente intención ofensiva, destacándose la inteligente dinámica de Barreiro y Roberval, quienes siempre se mostraron para jugar con Scatolaro. Con esa idea definida San Martín salió a jugar el partido de ayer. Soportó durante un cuarto de hora la presión de Rafaela que trató de no dejarlo armarse y luego lo fue maniatando hasta hacerlo retroceder y lo obligó a depender de alguna pelota parada para acercarse al arco de Pocrnjic. En el primer tiempo San Martín fue siempre más, pero le costó plasmarlo en el marcador porque le faltó tiza a los botines de quienes tenían que hacer el último pase. Además, el estado de la cancha, todavía sufriendo los embates del invierno, jugó en contra de las intenciones de los hombres dirigidos por Franco.
2- Personalidad
Apenas empezó el segundo tiempo San Martín concretó lo que había dejado inconcluso en la primera parte. Salió a comerse vivo a Rafaela, Roberval y Barreiro fueron una pesadilla para Szbrum y Fernández. Los centros empezaron, muchas veces imprecisos, empezaron a llover con continuidad al área de Rafaela que se refugiaba en la experiencia de Bovaglio para contener a un Penco incansable que complicaba más por presencia física que por efectividad. Esa actitud de presionar para provocar el error del adversario tuvo su premio cuando Roberval cerró una diagonal con un remate cruzado luego de aprovechar una habilitación de Scatolaro que explotó un claro entre volantes y defensores rivales. Se propuso definir el pleito y lo hizo mostrando la personalidad propia de quien sabe a qué juega y lo que quiere.
3- Convicciones
En el final del partido Rafaela buscó y generó alguna zozobra, encontró en un cabezazo y un remate de media distancia alguna posibilidad de empatar, pero en el balance global lo de San Martín fue superior. ¿Por qué? Porque nunca renunció a su idea de respetar la pelota, incluso se equivocó un par de veces saliendo del fondo con largos pases horizontales. Hizo de la triangulación y el pase a ras de piso una bandera y la defendió con autoridad.
