Con el parate entre la Superliga que coronó a Racing (finalizó el 7 de abril) y el inicio de la próxima edición el 26 de julio, luego de la Copa América en Brasil, la AFA pergeñó la creación de la Copa de la Superliga para "amenizar" semejante vacío en el calendario doméstico. Y resultó un gran acierto por parte de su mentor, el sanjuanino y capo de la calle Viamonte, Claudio Tapia. Se trata de un certamen que de por si genera un gran atractivo al ser ida y vuelta, con partidos en cada estadio de los participantes de la llave. A diferencia de la Copa Argentina que es a un encuentro en cancha neutral, cuenta con la pasión de los hinchas de locales y se dieron cruces muy especiales. El Vélez-Boca con Mauro Zárate como epicentro del morbo es el máximo ejemplo. O, en otro sentido, el Atlético Tucumán-River por lo emotivo.
Tapia le pegó con su propósito y el próximo domingo en el Kempes de Córdoba habrá un campeón, tras una final a un solo partido y con ambas parcialidades. Chiqui, esta vez, se lleva los mayores créditos.