Cuando desde el centro del ring comienza a caminar hacia su rival moviendo sus brazos hacia abajo y arriba en rítmica guardia, uno se da cuenta que Omar Narváez (30-0-2, 19 Ko) comienza ejercer presión sicológica sobre su rival de turno. Ocurrió antenoche en el Luna Park, cuando el recientemente coronado por la OMB con el grado de Supercampeón (sólo siete boxeadores ostentan tal título) comenzó a hacer retroceder -solamente amagando- al mexicano Omar "Lobito" Soto (17-5-1, 11 ko’s), a quien noqueó técnicamente en el undécimo asalto.

Esa guardia en movimiento estudiada y mecanizada luego de largas sesiones de entrenamiento es continuado por el disparo del jab diestro, que abre el camino para el directo zurdo. De esa manera empiezan la mayoría de las peleas de Omar Narváez y todas. Hasta el momento absolutamente todas, terminan con el brazo en alto del argentino, luego de dictar otra cátedra de boxeo efectivo.

Ocurrió antenoche, como ha venido ocurriendo desde el 13 de julio de 2002, cuando este gladiador de 50,800 Kgs se consagrara campeón mundial mosca de la Organización Mundial de Boxeo (OMB). Después de romper el récord que ostentaba Carlos Monzón, de 14 defensas exitosas logradas de manera consecutiva, Narváez se impuso como meta superar la marca que compartían Santos Laciar y Juan Martín Coggi, de 16 defensas en distintos reinados. Y lo logró antenoche, a su manera: Ganando el centro del ring con un carácter autoritario que se consolida en un boxeo efectivo que va demoliendo las reservas anímicas y físicas de sus rivales.

El buen manejo del tiempo y las distancias, su variado arsenal de golpes y su determinación aniquilaron el entusiasmo del mexicano Soto.

En varios pasajes del combate el retador se mostró impotente, irresoluto y sin ideas para poder llegar a la humanidad del argentino, y en reiteradas oportunidades debió ser advertido por el árbitro, por sus accionar antirreglamentario (en el octavo asalto el referí le descontó un punto) lo cual se tornó una preocupación para Narváez que tomó todos los recaudos para no salir lastimado.

La definición llegó tras una combinación que dejó en mal estado al pugilista azteca, quien cayó, se reincorporó a la cuenta de ocho pero sin estar recuperado, lo que motivó que el árbitro puertorriqueño Roberto Ramírez diera por terminado el combate.