La calidad no sabe de camisetas. De ídolos que estremecen sin equipo muchas veces, de eso se trata. Y el Pueblo Viejo fue escenario para la presentación de uno de los últimos “distintos” que siguen pisando las canchas del fútbol argentino. Estuvo 70 minutos en cancha, mostró lo mejor en los primeros 45’ y regó de categoría con ese andar cansino, el césped del estadio verdinegro. Juan Román Riquelme pasó por Concepción y su presencia despertó esa admiración disfrazada de silbidos cuando tocó la pelota. cuando se paró para ejecutar los tiros libres. En el primer tiempo, Román dejó en claro porqué maneja los tiempos del equipo del Bichi Borghi. Tirado casi como un volante central, lejos del clásico enganche que trabaja de tres cuartos para adelante, Riquelme se convirtió en el eje de todos los movimientos de salida de Argentinos Juniors. Eligió recostarse más a la derecha para manejar la salida y pivoteó todas las pelotas que salían de Iñiguez o de Ledesma. Así, sin marca personal porque Bustos no lo correteó jamás, Román fue buscando su momento y llegó cuando le hicieron falta al zurdo Juan Ramírez. Infracción, tiro libre y un silencio brutal en la cancha para asistir a la presentación de un especialista: Riquelme eligió darle fuerte y su primer remate se fue besando el travesaño, con Ardente en pleno vuelo y estirado al máximo.

Luego, cuando Argentinos pudo tener la pelota más tiempo, Román se mostró activo, la pidió, tocó de primera y buscó ese toque profundo para Menseguez o el mismo Ramírez que no prosperarían. Eso si, cuando le hicieron sentir cómo se traba y como se pone en la B Nacional, el 10 de Argentinos eligió cuidarse. Nunca trabó. En ese primer tiempo, le quedaría lugar para otro tiro libre que se fue lejos pero que llenó de suspenso la noche en Concepción.

En el complemento, el madrugón del golazo de Figueroa lo empezó a sacar del partido. Quiso reaccionar, intentó llevarla y lo único productivo fue inventar un foul de Ramiro López que lo puso de cara al arco de Ardente con un tiro libre. Esta vez, la elección de Román fue jugada preparada pero no prosperó. Ya con 10 por la expulsión de Alvarez, llegó el mazazo final de Bueno cuando puso el 2-0 y ahí si, pidió el cambio. Con alguna sobrecarga en el gemelo derecho, Riquelme dejó su lugar a Naguel sabiendo que su paso por Concepción había sido gris en lo estadístico pero lleno de matices con la gente, con los rivales y con todo el estadio que decidió asistir al paso de un ídolo que no sabe de camisetas. Calidad pura, solamente.