El Mario Alberto Kempes fue el escenario de la cuarta edición de la Supercopa Argentina. Los fuegos artificiales, la sincronía de las luces y el color de las hinchadas abrieron el espectáculo que dejó el primer título del año.
Con la presión de los entrenadores, uno por su mala pretemporada en el verano y el otro por la incertidumbre que generó la decisión de ubicar a Leandro Romagnoli en el banco de suplentes, Boca y San Lorenzo salieron al campo cordobés a disputar un partido muy vertiginoso.
A pesar de la presión constante de ambos, la primera ocasión para abrir el marcador llegó a los 10 minutos. A través de un tiro libre ejecutado por Sebastián Blanco, Marcos Angeleri dilapidó una clara situación por encima del travesaño. Sin marcas a su alrededor, Mambrú intentó fusilar a Agustín Orion y desperdició la chance con un potente remate. Los gritos del Cata Díaz no eran suficientes para acomodar a la última línea.
La respuesta del Xeneize también llegó por la vía aérea. El capitán ganó en el área adversa y habilitó a Juan Manuel Insaurralde, quien improviso una pirueta poco ortodoxa, carente de efectividad. El esfuerzo del Chaco se diluyó con un despeje defensivo ante la atenta mirada de Sebastián Torrico.
Sobre la media hora, un pelotazo frontal a la espalda de los centrales, encontró a Carlos Tevez para que defina mano a mano frente al arquero. En su afán de colocar la pelota al primer palo, el Apache falló y el Ciclón respiró. El duelo seguía abierto por la desafortunada resolución del ex Juventus.
Antes de que se vayan al descanso, la sociedad entre Ezequiel Cerutti y Martín Cauteruccio estuvo cerca de llegar a la red. Luego de arrastrar las marcas de Díaz y Tobio, el ex Estudiantes buscó al uruguayo, quien no logró superar la resistencia de Orion. La notable reacción del oriundo de Ramos Mejía solventó el pésimo cierre de Insaurralde. Los gestos de lamento del ex Quilmes ejemplificaron la bronca del delantero.
El gol llegó en la última escena del primer tiempo. La individualidad de Cerutti, la visión de Néstor Ortigoza, la proyección de Julio Buffarini y la calidad de Fernando Belluschi completaron el 1 a 0 en un momento clave. El golpe intensificó las dudas planteadas de Rodolfo Arruabarrena.
Los ingresos de Daniel Osvaldo y Fernando Gago fueron los intentos desesperados del Vasco para llegar al empate, pero los contragolpes propuestos por los dirigidos por Pablo Guede representaban una amenaza constante.
La modificación de Nicolás Lodeiro por Chávez tampoco resolvió el problema. Las triangulaciones del Azulgrana se apoderaron del choque y la clase del ex Newell’s liquidó el pleito. El autor del primer tanto se adueñó de un balón y habilitó a Pablo Barrientos, para que el Pitu defina ante la salida de Orion. Con el 2 a 0 Boca bajó los brazos. La paternidad de Boedo volvió a instalarse en el histórico duelo de porteño y San Lorenzo se convirtió en el primer grande en conquistar el trofeo, ya que los anteriores fueron Arsenal, Vélez y Huracán.
El Cuervo se transformó en buitre para hundir al mejor plantel de Sudamérica. Un precioso tiro libre de Barrientos selló el 3 a 0, y si algo le faltaba a la noche para que la victoria sea humillante, era la conquista de Nicolás Blandi para sentenciar el destino boquense.
El 2016 comenzó de la peor manera para el Xeneize, y la renovación del cuerpo técnico parece ser la solución de un elenco que no juega bien. Martín Palermo y Guillermo Barros Schelotto mantienen sus celulares encendidos.