Se sabe que cuando el viento Zonda ingresa a la Quebarda y se embolsa en el autódromo Eduardo Copello, las posibilidad de generar problemas son muy altas. Y así fue nomas, cuando alrededor de las 12:30 las ráfagas empezaron a elevar su velocidad y, con ello, un escenario convulsionado, con destrozos e incertidumbre deportiva de saber cómo seguiría la jornada sabatina, que estuvo suspendida por más de una hora.
Las carpas fueron las primeras en volar por los aires y todo material liviano, como carteles de publicidad, sombrillas y plásticos.
A la espera que el Zonda se calme, la preocupación estuvo centrada en tratar de reamar todo, que permitiera volver a ritmo de competencia y que no genere un peligro para todas las personas que hacen al circo de la categoría.
En algunos casos, hubo estructuras que no servían más, caños que se han doblado o carpas que se habían rajado.