Tras la derrota sufrida en su presentación en este Mundial Juvenil ante Inglaterra, el seleccionado nacional se redimió y se quedó con una victoria clave ante Escocia por 29 a 13, punto bonus incluido. El sueño de clasificación se mantiene intacto. 

 

La grata impresión dejada, pese al resultado adverso, merecía una demostración de entereza y capacidad de respuesta. Y apenas sesenta segundos pasaron para que Juan Pablo Castro vulnerara el in-goal escocés y soltara el desahogo con sabor a revancha. Luego, presión, dominio físico y mental y a festejar.

Es cierto, se sufrió más de la cuenta porque el rival, con la sangre en el ojo por la derrota sobre la hora frente a Italia, salió decidido a no dejarse llevar por delante pese a que le costó en el scrum y dejó muchos espacios en defensa. Los Pumitas lo aprovecharon y armaron un try de toda la cancha, cortesía de Leopoldo Herrera.

Las patadas de Chapman, estratégico y cerebral ya sea para armar juego o para sus aciertos a los palos, tuvo a maltraer al seleccionado argentino. Prueba de ellos fue la muy buena acción en conjunto que coronó McLelland y que achicó cifras en la etapa inicial (15-7) pese a la inferioridad numérica por la amarilla a Hodgson. 

Porque, en el complemento, hubo que sufrir. Primero por los tries anulados TMO mediante, uno a Santi Carreras -finito pase forward de su tocayo Chocobares-, y luego a Grondona -le tapó un despeje al mismísimo Chapman, pero hubo infracción antes-. No obstante, afloró la templanza y, fundamentalmente, el orden y la disciplina.

Pero se hablo de revancha. En todo sentido. Y la vivió en carne propia el otro de los Carreras, Mateo, que recibió una asistencia de Manu Nogués -notable desaire a un rival-, aceleró y la mandó a guardar cerca del final. Tranquilidad y una bocanada para exhalar y respirar hondo. Tomar fuerzas y empujar con todo en el último scrum: try-penal y bonu.

 

El sueño de clasificación todavía se mantiene intacto, latente. Se sabe. Lo saben…