San Juan.- Toda su vida gira en torno a Unión. Sigue al equipo desde que tiene uso de razón y a sus 70 años no piensa dejar de ir a la cancha. ¿A la platea? “Noooo, yo voy con la barra, a la platea que vayan a tomar mate, a tejer. Siempre estoy con los muchachos, vamos juntos a todos lados”, dice con una sonrisa.
Se llama Julia Rosalba López, pero todo el mundo la conoce como ‘
Anécdotas las tiene todas. Hace años empeñó su alianza de matrimonio para poder viajar con el equipo. Lo mismo hizo con una moto tiempo después. Para acompañar al equipo de sus amores, llegó a viajar a Viedma. Lo hizo con pantalones cortos. Jamás volvió a sentir un frío igual.
Uno de sus peores recuerdos fue cuando luego de un partido con Peñarol, ambas hinchadas protagonizaron una verdadera batalla campal. “Se armó una pelea terrible. Yo empecé a correr, pero me agarraron de atrás y me pegaron unos balazos de goma en la espalda. ¿Miedo? No, jamás en la vida. En Mendoza, también me agarraron y me pegaron para que entregara los trapos”. Y es que cuando dice que nada ni nadie detiene su amor por Unión, habla en serio.
Su hijo Román, uno de los que la acompaña a la cancha, contó una historia que la pinta de cuerpo entero. “Una vez jugábamos con Gutiérrez y se armó una pelea. Yo salí de la cancha y empecé a buscar a mi vieja por todos lados porque no la encontraba, hasta que miré a un portón y ahí estaba, intentando abrirlo con otros hombres para entrar a pelear”, relata. “Ese día me di cuenta que para ella Unión no son sólo colores, es amor”, agrega.
Insulta como pocos, viaja siempre, tiene una camiseta que la acompaña a todos lados y su pasión no tiene límites ni final. Por eso ya pidió que el día que le toque morir, sus restos sean velados en el club.
“Lloro por Unión, se sufre cuando se pierde y cuando se gana. Es el amor de mi vida. Primeros están mis hijos, después Unión”, concluye emocionada.