"¡Hola! ¡Hola! ¡Hola! No, no… En éstos momentos no te puedo atender: estoy jugando al golf". La voz de Fernando Gastón Stang se escucha del otro lado del teléfono a manera de contestador automático en su celular. El propio zaguero, de 1,88 metros y 90 kilos -"cuando estoy bien", tal cual aseveró ayer-, no es fanático del deporte donde manda Tiger Woods pero es una de las tantas ocurrencias que lo acompañan en la vida al nacido hace 29 años en Capital Federal, quien será titular el lunes ante Independiente Rivadavia en reemplazo del desgarrado Mármol. Se trata de una parte del lado B del ‘platinado’ que atraviesa su segunda etapa en San Martín y quien se animó a pintar su autorretrato. Contar el porqué de sus tatuajes, incluso prometer otro si asciende con el Verdinegro; su rubio por adopción y el ‘chiche’ que lo lleva a cada entrenamiento: una Dodge Ram 2500 cuyo valor trepa a 130 mil pesos.

"Esta camioneta me la compré antes de venir para San Juan. Es hermosa. Modelo 2007. Es como un camión por dentro. Tiene de todo. Además, para mí es super cómoda ya que tengo una familia grande", relató Stang quien se limitó a describir que tiene mujer e hijos, y que además se definió como "un apasionado por los autos. Antes tuve dos Bora y un 206. Pero a esta camioneta no la cambio por nada". La ‘chata’ negra es la gran atracción cada vez que llega al entrenamiento y una condición que no se negocia es que jamás se la laven fuera del lavadero.

Otro condimento de este grandote pasa por su contestador automático: "Eso nació hace un par de años con un compañero en Tigre. Se me ocurrió decir que estaba jugando al golf cuando no atendía y salió lindo. Aunque lo tengo que cambiar porque a veces me llama gente a las once de la noche y piensa que de verdad estoy jugando al golf a esa hora. Un día me va a llamar Hrabina y se me va a armar flor de problema", reconoció con su clásica tranquilidad más allá de estar relatando semejante ocurrencia.

‘El Polaco’, como es su otro apodo por el origen de su apellido, tiene cuatro tatuajes en el cuerpo. "Uno es por la Virgen de Luján, que lo hice para cumplir una promesa cuando ascendimos a Primera con Tigre. Los otros son un tigre, un cacique y una enredadera. Ahora hice otra promesa si subimos con San Martín, así que espero que el año que viene tenga cinco. Es algo que me gusta y se te va haciendo un vicio", sentenció el zaguero, quien comenzó en las inferiores de Deportivo Español y que por entonces no podía dedicarse por completo al fútbol debido a la enfermedad de su padre y por lo que tenía que trabajar.

Otra parte de su ADN es el platinado en el cabello que justamente tuvo su fundación en nuestra provincia: "Me lo hice cuando estaba acá en el 2004. Un peluquero amigo siempre me lo proponía, hasta que un día me animé. Desde entonces no me lo saqué más. ¿Cada cuando me doy un ‘toquecito’? Una semana y media, dos" confesó y finalizó con una frase que sólo el futuro podrá hacer realidad "San Juan es una ciudad muy tranquila y eso me encanta. Diría que si fuera posible me gustaría quedarme a vivir acá". Sí, un Tanque loco…