Acá, el reloj marcaba las tres menos diez de la tarde. Allá, en la lejana Qatar, seis horas más. No importaban las agujas. Las estrellas ya se habían alineado. Tremendo. Espectacular. Un sueño cumplido. Campeones del mundo!!! Sufriendo, como pasó muchas veces en todo este Mundial. Pero qué importa. Ya está. El mejor jugador del mundo, ese Lionel Messi incomparable, se consagraba campeón mundial de fútbol. El premio más merecido que nadie. Junto a sus compañeros titanes que ayer aparecieron todos en los mejores momentos y también los difíciles. Esta Selección argentina que se hizo carne de emociones y cautivó a todo un pueblo. Los millones de argentinos que fueron empatía pura con estos muchachos que se dieron el gusto más deseado en toda la carrera deportiva de un futbolista.

Por Dios. Qué manera de sufrir. Está claro que este equipo no se lo merecía. Tendría que haber sido dueño de la Copa sin necesidad de llegar a los infartantes penales. Pero el destino es así. La tercera estrella llegó para la Argentina con el buen juego, la garra, el corazón, el orden y la obediencia. Y vaya a saber cuántos calificativos más. Esos que conocen estos jugadores en su intimidad.

Dominar a gusto y placer durante más de setenta minutos el partido. Ganando 2-0. Era para fotografiarlo en un cuadro. Y de pronto la increíble zancadilla del propio destino. Dos goles del bueno de Mbappé y al alargue. Ya con los nervios de punta. También con el paso de las sensaciones positivas a los nervios impensados. Después, en el alargue, de nuevo con esa muestra de sangre argentina y, mejorando el nivel para volver a las fuentes del buen fútbol, otra vez arriba en el tablero. Sólo había que aguantar. Pero una vez más la piedra en el camino. Otro penal para Francia y otro gol de Mbappé. Y esos últimos segundos con las pulsaciones a mil. Con el "Dibu" Martínez sacando una pelota imposible para que se dieran los penales. Esos penales en los que el "Dibu" siempre es un gigante. Y pasó lo que tenía que pasar. Dos errados de los franceses y ese tiro de Montiel que fue el gol del alma. De la alegría infinita. A saltar. Gritar. Sentirse campeones del mundo.

Nadie podrá poner en duda la actuación de estos jugadores inolvidables. En el primer tiempo Di María y De Paul, dos muchachos hechos para esto. Y en prácticamente todo el tiempo de juego el "Cuti" Romero, Enzo Fernández, Mc Allister y el "Rey" Messi. Ellos, los puntos más altos. Pero no se puede obviar lo del "Dibu", el pibe Molina, Ottamendi, Tagliafico y el incansable Julián Álvarez. Y más tarde Acuña, también Dybala. Todos. Como también aquellos que se quedaron en el banco pero también fueron el complemento ideal para lograr la conquista de la Copa del Mundo. Como este técnico joven como Lionel Scaloni, que levantó la Copa siendo siempre fiel a sus convicciones. Porque tiene al lado a otros titanes como Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala, entre otros. No hay cabos sueltos. Todos son parte de un engranaje que en el 2021 salió campeón de América ante Brasil en el mismísimo Maracaná. Y un año después repite alegrías y gana la Copa del Mundo en Qatar.

Para qué más, porque menos. Algunos dicen "si no se sufre, no vale". Tal vez sea cierto, pero la inmensa felicidad de sentirse campeones del mundo a los argentinos no se la saca nadie. Salud, Campeones!!!