Sí. Privilegiados por vivir en un país, que a pesar de atravesar una crisis económica, tenemos al fútbol como ese cable a tierra que nos hace olvidar todo tipo de problemas. Porque -aunque no seamos hinchas ni de Boca ni de River-, estamos ya expectantes de lo que pueda suceder en las próximas tres semanas. Porque el país se paralizará con el Superclásico, que no será un Superclásico más, sino que servirá para definir la Copa más linda y más esperada por los equipos argentinos. Somos privilegiados porque nos damos el gusto que se dan pocos: no muchas veces un certamen internacional se definió con un choque de los equipos más importantes de un país. Solo se asemejan el Real Madrid y el Atlético por la Champions en las temporadas 2013/14 y 2015/16 o el Milan ante la Juventus en la Champions 2002/03. Por todo eso somos privilegiados, porque La Bombonera y el Monumental tendrán dos citas con la historia, dichosos los que puedan estar ahí. La final de la Libertadores será el hecho más relevante del año si de fútbol hablamos. ¿O acaso en este país hay algo más importante que el fútbol?
