Emociona hasta el alma. No importa nada que no sea eso. Sirve saltar, gritar, festejar. Abrazarse. Olvidarse de todo. Ni siquiera tener en cuenta la plata, la situación difícil en la que se vive. Nada de mala onda. Ahora todo es alegría. El sueño de estos muchachos de la Selección argentina de fútbol es carne en toda la gente. En todos los argentinos, estén donde estén en el mundo. Llegaron. Lo hicieron con su fútbol, pero también con alma y corazón. Se metieron en la gran final del Mundial. Allá, en la lejana Qatar. Por eso es hora de soñar. Por eso la ilusión de ganar el título está cada vez más cerca. Falta sólo un paso más. Ganar ese partido del domingo. No importa ante qué rival. Puede ser Francia o Marruecos, que juegan hoy, pero lo fundamental es que la camiseta albiceleste ya se instaló en la final.
Este grupo, liderado literalmente por Lionel Messi, está convencido de lo que busca. Ese es su principal atributo. Justamente por ese motivo es que en el Mundial ha jugado de menor a mayor. Se fue acomodando con el tiempo. Aceitando cada engranaje. Y poniéndole el pecho a las distintas situaciones. Por ejemplo, aquella de la derrota ante Arabia Saudita en el debut. Sorpresiva y dolorosa. La Selección apretó los dientes y fue a buscar ante México el triunfo que al final se le dio. Después frente a Polonia, Messi falló en un penal. Otra vez el grupo se recompuso de ese golpe y también le terminó ganando a los polacos.
Y de ahí en más empezó a aparecer el fútbol ofensivo y eficaz. Ese juego liderado por el propio Messi y acompañado por la sangre nueva de Molina, Julián Álvarez, Mc Allister, Enzo Fernández. Y claro, también con el aporte de experimentados con la camiseta albiceleste que no fallan, como Otamendi, De Paul, el "Dibu" Martínez, Acuña. Y en realidad hay que mencionar a todos. Porque Scaloni ya hizo jugar a todos, menos a los dos arqueros suplentes (Armani y Rulli). Todo un mérito y compañerismo a la vez.
La semifinal preocupaba a muchos. No sólo por aquel infartante triunfo por penales sobre Países Bajos en los cuartos de final sino porque Croacia aparecía como un rival a respetar. Era el subcampeón del mundo. Nos había goleado (3-0) en ese Mundial de Rusia 2018. La venganza se dio. Victoria por el mismo resultado. Con un plus: clasificar a la final del Campeonato.
Luka Modric (vaya casualidad, sus iniciales "LM" son las mismas que las de Lio Messi) tuvo que rendirse futbolísticamente ante la magia del mejor del mundo. Lo mismo todos los jugadores con apellidos que terminan en "vic" o "cic". No pudieron parar a un monstruo futbolístico. A un fuera de serie distinto a quien sea. Alguien capaz de hacer lo que hizo en el tercer gol, el que le sirvió al efectivo e incansable Julián Álvarez.
Falta sólo un paso más. Este grupo se propuso llegar a la final y ya lo logró. El título del mundo sería el premio justo para estos muchachos liderados por un tal Lionel Messi.