Veintinueve minutos necesitó River para llegar con la pelota al área deArgentinos Juniors y verle la cara por primera vez al arquero Chaves. Comenzó desconectado, desordenado, insípido y poco preciso, sorprendido ante el gran partido de su rival, que le disputó la pelota con una constante presión alta y lo superó con mucha intensidad para triangular y lastimar por adentro y por afuera. Pero reaccionó en su debut en la Superliga para llevarse un empate 1-1 de La Paternal que recién justificó en el tramo final. Y llega con varias dudas en el juego al decisivo cruce del martes ante Cruzeiro por la Copa Libertadores.
Gallardo suele aplicar una máxima fundamental en su discurso: "Si el equipo genera, el gol va a llegar. Me preocuparía si no se crean situaciones". Esta vez, luego de las tres primeras presentaciones del semestre, la preocupación apareció: a River le está costando generar, no encuentra su mejor versión y solo consiguió dos goles en 270 minutos.
Quizás, ahora se debe aferrar a la idea presente de que siempre le suelen costar los partidos iniciales después de los recesos: "Es normal después de una pretemporada: tenemos cinco o seis partidos hasta que nos metemos en la dinámica de juego". ¿El problema? Su futuro en la Copa está a la vuelta de la esquina. Y ya no hay más tiempo: debe reaccionar.
Con parte de la cabeza en Belo Horizonte, para su primera presentación en la Superliga, el DT eligió cuidar tan solo a algunos soldados: Montiel, Ponzio y Borré fueron suplentes, mientras que Enzo Pérez y Nacho Fernández quedaron afuera del banco.
En tanto, ante las ausencias de Pinola y Angileri por lesiones, el DT optó en defensa por la dupla Martínez Quarta y Rojas -ambos jugarían ante Cruzeiro- y Casco. Además, debutó oficialmente el lateral derecho Elías López de 19 años, el juvenil número 32 que se presenta en el ciclo, y el mediapunta Benjamín Rollheiser, quien jugó por primera vez de titular y fue la mayor carta de peligro.
Más allá de que las ausencias no fueron masivas, River sufrió la falta de dos pilares vitales: Enzo Pérez en la contención y de Nacho Fernández en la construcción. En un partido extremadamente cortado y luchado, le costó lograr volumen de juego y no supo conectar sus líneas. Y Argentinos lo aprovechó para ser superior, con un esquema 4-2-3-1 en el que Moyano manejó los tiempos en el eje y Batallini -autor del gol tras un despeje errático de Suárez en un tiro libre- y Hauche generaron el fútbol apoyándose en los laterales y con el siempre incisivo Silva de referencia.
Enfrente, con el 4-1-3-2, el mediocampo millonario fue lento e inseguro: Zuculini quedó aislado y poco ayudado por los imprecisos e inactivos Palacios y De La Cruz, quienes en ningún momento pudieron manejar el traslado. Arriba, tanto Suárez como Pratto estuvieron desconectados, algo que empezó a cambiar en el complemento: el Bicho se replegó y River se potenció al volverse más corto y movedizo, pero continuó impreciso para la puntada final.
Hasta que los ingresos de Ferreira, Borré y Carrascal le cambiaron la ecuación: la combinación colombiana le permitió llegar al empate, con el primer gol del mediocampista en el club, y en el final Suárez falló dos oportunidades para llevarse el triunfo.
Inicio agridulce para River en una Superliga que le suele ser esquiva y traicionera. Pero ya habrá tiempo de pensar en eso. Ahora necesita despertarse y hacer un clic para poder soñar con otra gesta histórica en Brasil.
Fuente: La Nación.