Con el crédito abierto, el ciclo de Azconzábal empezó con signo positivo desde lo estadístico pero con algunos interrogantes desde lo táctico. Es que San Martín hizo todos los méritos para vencer a Douglas Haig en los primeros 45’ de juego, pero después -llamativamente- se quedó, perdió presencia y hasta terminó más que complicado para sostener una victoria que no mereció esa zozobra de haberse mantenido con regularidad todo lo bueno que propuso el equipo del Vasco. San Martín fue más en todo el primer tiempo a partir de la propuesta audaz de hacer el equipo muy vertical en todas sus salidas. El sistemático pase profundo para los dos delanteros (González por derecha y Salas por izquierda) le dieron llegada, peligro y gol. Así, resolvió con autoridad todo el primer tiempo, sin ofrecerle flancos débiles a un Douglas Haig que no llegó nunca en ese primer tiempo. Todo bueno, todo para ilusionar.
Pero la contracara de este San Martín se fue consolidando en el complemento. Tuvo un par de chances para liquidar absolutamente todo, pero no acertó en la definición, puntualmente con Salas. Pero después fue perdiendo presencia en el medio, le dividieron la pelota y lo terminaron asustando con centros que obligaron a una heroica defensa como la de Franco Quiroga en el instante final que la sacó abajo del arco. San Martín empezó una nueva etapa y mostró señales de una reacción que todos esperan en Concepción. Le alcanzó con el primer tiempo pero ante otro rival, no será suficiente. San Martín sigue buscando esa identidad que le permita saber a qué juega, pero por lo que alcanzó a mostrar en el primer tiempo está en camino a conseguirlo. Que así sea.

