Para ganar, primero no hay que perder. Para hacer goles adelante, no te los tienen que hacer atrás y en ese camino de la identidad que está recorriendo este San Martín, los tres puntos logrados ante Instituto de Córdoba empezaron a ser suyos desde atrás. Desde la solidez con la que resolvió en su última línea cuando no pudo tener la pelota y no pudo controlar los tiempos del partido. Ese, tal vez será el principal aspecto positivo de la segunda victoria en San Juan de esta temporada de transición. San Martín defendió porque tenía que defender y lo hizo con los argumentos que invitan a pensar que hay material para armarse de atrás para adelante.

Esta vez, no hubo momentos de lucidez futbolística como lo había mostrado ante Douglas Haig en el debut. Esta vez, San Martín fue pragmatismo puro, cumpliendo con uno de los requisitos que esta B Nacional demanda: no perdonar en las que se presenten. La pareja de zagueros Mattia-Vera mostró firmeza en el juego aéreo, en los anticipos por abajo y en los cruces a los laterales. Respondieron en la medida que los exigió el planteo cordobés. Por los costados, Capelli y el debutante González se aferraron al primer dogma de los defensores: defender. Lo hicieron bien y cuando pudieron, intentaron sumarse a posiciones ofensivas.

En lo que pudo haber quedado como materia a resolver está la tenencia de la pelota porque el muy buen arranque de Poggi y de Bogado por los costados se diluyó con el juego y San Martín no pudo tener la pelota como lo necesitaba. Pero ese punto es tema a resolver en el futuro y con partidos. Por ahora, ya tiene defensa y para ganar, primero no hay que perder. En eso, San Martín salió más que ganando.Y eso no es poco.