Tal vez con los años pueda dimensionarse lo inverosímil que resultó esta final de Copa Libertadores, que allá por fines de octubre, cuando clasificaron River y Boca, era todo expectativa y hoy se terminará jugando incluso en otro continente. La definición por el título de campeón de la Libertadores entre dos equipos y a dos partidos, de ida y vuelta, se hizo tan largo como todo un Mundial de fútbol con 32 selecciones y 64 encuentros.
Una vez que River (30 de octubre) y Boca (31 de octubre) lograron sus boletos a la final y superado el reclamo de Gremio para dejar en el camino al Millo, el partido de ida en la Bombonera fue pactado para el 10 de noviembre. Ahí empezó todo.
10 de noviembre
Una tormenta de más 100 mm en pocas horas en Buenos Aires obligó a suspender el partido ida que se programó para el día siguiente. Hubo quejas porque otros estadios de la zona no colapsaron.
11 de noviembre
El partido se jugó y terminó en empate 2-2 en la Bombonera. Para Boca marcaron Ramón Ábila y Darío Benedetto; y para River lo hicieron Lucas Pratto y Carlos Izquierdoz, en contra.
22 de noviembre
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires clausuró la Bombonera por exceso de aficionados en el entrenamiento de Boca Juniors, dos días antes de la final ante River. La medida, que fue levantada posteriormente, impedía a Boca celebrar en su estadio la hipotética consecución de su séptima Copa Libertadores.
24 de noviembre
El colectivo de Boca fue atacado por hinchas de River, que lanzaron piedras y objetos que causaron heridas en algunos jugadores. La Policía empleó gases para dispersar a los agresores y futbolistas de Boca necesitaron atención médica. La Conmebol retrasó en dos ocasiones el comienzo del partido y después decidió aplazarlo 24 horas; a la vez que se producen incidentes, robos y destrozos en las inmediaciones del estadio.
25 de noviembre
Boca pidió a la Conmebol que se suspenda el partido y reclamó que pueda disputarse en condiciones de igualdad. La Conmebol, tras idas y vueltas, anunció que el partido de posponía porque "no están garantizadas las condiciones de igualdad entre ambos equipos".
26 de noviembre
El presidente Mauricio Macri culpó a los barras bravas de River de "orquestar" la agresión al micro de Boca. El ministro de Seguridad de Buenos Aires, Martín Ocampo, renunció al cargo por el operativo mal desarrollado.
27 de noviembre
La Conmebol decidió que el partido se juegue en un campo neutral, tras reunirse con dirigentes de los dos clubes. Boca pidió la suspensión definitiva del partido, la descalificación de River y su proclamación como campeón.
29 de noviembre
El Tribunal de Disciplina de la Conmebol desestima el reclamo de Boca; ordena que se juegue el partido y castiga a River Plate con dos partidos a puerta cerrada a partir de 2019 y al pago de una multa de 400.000 dólares. La Conmebol anunció que la final sería el 9 de diciembre en el Santiago Bernabéu.
1 de diciembre
La FIFA argumenta circunstancias especiales para autorizar que el partido se juegue en Madrid, fuera del territorio de una asociación nacional que no es miembro de la Conmebol. El presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, asegura que la celebración de la final en Madrid es irreversible, pese a la oposición de los clubes.
5 de diciembre
Los equipos de Boca y River emprenden viaje a Madrid. El primero programa sus entrenamientos previos en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, sede de la Federación Española de Fútbol, y el segundo en la Ciudad Deportiva del Real Madrid en Valdebebas.
6 de diciembre
La Policía Nacional española deporta a Argentina a Maxi Mazzaro, uno de los cabecillas de los ultras de Boca, horas después de que el líder de la "barra brava" La 12, Rafael di Zeo, obtuviese un permiso judicial para viajar.
8 de diciembre
Boca a toda costa busca evitar el partido y que se lo proclame campeón, por lo que recurre al TAS, pero el organismo internacional desestima el reclamo urgente y confirma que el partido se juega.