¿Se puede decir que ya son Costumbres Brasileñas? "El problema es otra vez la situación, cada vez peor…”. Las palabras de Andrés Calamaro entonando una de las estrofas más conocidas de Los Abuelos de la Nada le calzan justo a lo que tuvo que vivir Godoy Cruz en San Pablo. Como sucedió hace algunas semanas en la Copa América con la Selección, los argentinos la pasaron mal en Brasil por los fallos arbitrales y el bendito VAR, que más que para traer justicia parece haber llegado al fútbol (al menos al Sudamericano) para agigantar las dudas sobre los arbitrajes.

 

Y es que probablemente el destino del Tomba en la Libertadores no hubiese cambiado, ya que la tenía bastante difícil contra Palmeiras, uno de los grandes candidatos a pelear por el título (los mendocinos debían ganar, o empatar por más de tres goles, después del 2-2 de la ida). Sin embargo, se había plantado en San Pablo y tranquilamente podría haber metido un batacazo para avanzar a cuartos.

Hasta que el boliviano Gery Vargas, a cargo del VAR, llamó la atención del juez uruguayo Esteban Ostojich en una jugada que había pasado inadvertida, y el árbitro, tras revisar la pantalla, decidió cobrar un penal in-só-li-to por una mano híper casual de Varela en el arranque del ST. Raphael Veiga ejecutó perfecto, el local sacó una ventaja casi decisiva y la serie se desvirtuó por una determinación inentendible.

Un rato más tarde llegó el error del arquero Mehring, la expulsión de Manzur por un patadón, la lluvia de goles y Palmeiras escribió su nombre entre los ocho mejores de la Copa. Godoy Cruz finalizó así una competencia que será inolvidable, histórica y, además, se fue con la frente en alto y masticando bronca porque, en el juego, dio la talla. Después, el VAR, los árbitros y la mar en coche.

Pero el Tomba no puede, o no debe, dejar de valorar todo lo positivo que le dejó la llave contra los brasileños. Con un equipo que promediaba los 23 años de edad, se plantó tanto de local como de visitante, llenó de dudas a un rival que en la fase de grupos había sido implacable y potenció a varios chicos que demostraron talento y personalidad.