Jugó un primer tiempo para ilusionarse con el triunfo y en el complemento se quedó a partir de su error en el gol de Boca. Dos caras, una realidad. Contra los equipos de punta, la regularidad es clave y San Martín pagó un alto precio a no tenerla. Boca, sin Riquelme, fue un equipo más al que lo volvió a salvar su enorme oficio. El Verdinegro mereció algo más pero lo condenó su dualidad en la cancha y su falta de contundencia.
1 Más fútbol para soñar con ganar
San Martín debía jugar el partido perfecto para poder sacarle ventajas al campeón del oficio que es este Boca utilitario de Falcioni. Así lo planteó Garnero y así lo entendieron sus jugadores que hicieron una primera parte más que interesante en donde hubo precisión, velocidad y fútbol. Los destellos de Affranchino, la potencia de Caprari y las esporádicas apariciones de los dos volantes externos (Poggi y Bogado) le dieron riendas a la mejor cara sanjuanina. Una cara al que le faltó el gol solamente.
2 Un error para terminar abajo
En el complemento, San Martín ya no fue el mismo. Siguió insistiendo con el libreto pero perdió precisión y con eso le empezó a facilitar las cosas a un Boca que se acomodó más, que buscó espacios y consiguió llevar el partido a su terreno de los roces, del corte y de la fricción. San Martín ahí empezó a extrañar el trabajo de sus volantes externos que son los que marcan la diferencia en otros partidos. Poggi no anduvo bien con la pelota y el equipo acusó el impacto. En tanto que Bogado se fue quedando con el correr de los minutos y perdió la sorpresa para que el rival quedara desacomodado. A Affranchino le pasó algo parecido porque ya no pudo soltarse del mediocampo para sorprender y armar. Entonces San Martín fue entrando en el juego de Boca y en este papel, no podía darse el lujo de cometer un error. Pero le pasó porque a los 25’ se movieron bien los puntas de Falcioni, arrastraron la defensa hacia un sector y le abrieron el camino a Ervitti para que llegara vacío y sorprendiera. Ese movimiento en falso tuvo secuelas decisivas para San Martín porque ya no hubo el mismo tiempo, faltó calma y todo terminó siendo apurado para intentar el empate. Así y todo lo buscó. Garnero cambió los volantes externos, metió otro punta pero era tarde.
3 Una lección para mirar a futuro
Las dos caras de San Martín dejarán verdades para asimilar y realidades para cambiar. La falta de contundencia es una materia pendiente para un equipo que ratificó su dependencia futbolera del trabajo de sus volantes externos. Si Poggi ni Bogado están inspirados y cómodos, San Martín no tiene fútbol. El resto, está afilado y predispuesto a lo que generen estos dos volantes. En defensa, los errores cuestan demasiado caro y contra Boca la lección fue cruel. Arriba, el gol no puede desperdiciarse de ninguna manera. Son verdades que este San Martín debe asimilar de inmediato para reencontrar la senda del triunfo porque obtener solo 1 punto de los últimos 9 en juego es un lujo que no se puede dar, apostando a lo que puede generar cuando verdaderamente juega al fútbol.

