No será un domingo más. San Martín quiere que sea un domingo de gloria, una página para su rica historia. Con todo por ganar, con poco para perder, el Verdinegro irá por la clasificación a la segunda etapa del Reducido visitando al Deportivo Maipú de visitante, con todo lo que significa un cruce San Juan-Mendoza. Seguramente por eso, para potenciar todo lo que este plantel ya tiene ganado por la campaña que lo metió en el Reducido, medio millar de verdinegros desafiaron los 37 grados y al viento zonda para despedir y alentar, para exigir y agradecer, para sentirse parte de este desafío, despidiendo al equipo de César Monasterio desde el estadio Hilario Sánchez. Una previa de más de dos horas, con la acertada decisión de abrir los portones de la calle Mendoza, llevaron a que el Banderazo de la Esperanza se diera en el corazón mismo del sentimiento por San Martín. Tirantes, bombos, redoblantes, sombrillas.

Todo en dos colores, con gargantas ardiendo y la misma pasión. Desde las 16, ya empezaron a juntarse y sobre las 17,30 empezó el show de verdad. El primero de los futbolistas en llegar fue Mariano Monllor desatando la locura. Fotos, abrazos y un recorrido que se hizo eterno para llegar al colectivo. Después fueron sumándose: Manuel Llano, Augusto Aguirre, José Villegas, Abel Masuero, Y así, uno a uno hasta que llegó César Monasterio y estalló todo en Concepción. Las bengalas de humo cruzaron el aire del Pueblo Viejo, convirtiendo en una postal inolvidable la salida de un San Martín que irá por todo en Mendoza.

Si con ese respaldo no alcanza, lo que este grupo se puede ganar no tiene precio. Ir de punto, volver de banca. Ganar en Mendoza, volver a regodearse con esa paternidad cuyana seduce y potencia. Y desde lo futbolístico, el desafío es únicamente ese: ganar para seguir. Con esa necesidad, San Martín pondrá en cancha una versión más ofensiva. Con doble punta, con enganche y tres volantes más dos laterales que siempre pasan. Sin misterios, el equipo del Pueblo Viejo irá por esa épica que lo agranda en las difíciles. Monasterio apostó al ataque, al desequilibrio de Leandro Espejo para darle compañía en el ataque a la generosa entrega de Marcos Arturia. En el medio, la pelota seguirá siendo propiedad de Sebastián González, ahora con la asistencia del zurdo Francisco Grahl que siempre juega.

Maipú tiene la ventaja deportiva a su favor y con un empate avanzará a otra fase del Reducido por el segundo ascenso.

En Mendoza, en sus últimos partidos, tan mal lo le fue. Desde el 2020 hasta hoy, jugó 6 veces, ganó 2, empató 3 y perdió 1 solamente. Contra el Cruzado mendocino, de gran temporada, no será fácil. Un equipo que sabe lo que quiere, que no perdona y que tiene el handicap de saber que empatando, avanza.

Más que nunca dependerá de San Martín. De esa mística para hacer más historia, de sentirse capaz de todo donde sea.