Explicar lo que el ciclismo significa para San Juan, es un tema de difícil enfoque sociológico. Aquí se puede aplicar lo que el zorro le dijo al Principito, que “lo esencial es invisible a los ojos”. El ciclismo para los sanjuaninos es una cuestión del corazón. Se siente, se palpita, se sufre y se goza. Lo que tampoco tiene una fácil interpretación, es por qué en lo que se denominó la “época dorada”, años 60 y 70, y fundamentalmente en el siglo pasado, se lograron tan pocos títulos argentinos. En realidad existe un argumento fundamental, y es que desde el 2003, cuando Juan José Chica ingresó a la dirigencia del ciclismo, los seleccionados sanjuaninos gozaron de beneficios que antes no se tenían, que no era otra cosa que un trato más profesional. Antes era todo más lírico, se viajaba en lo que se podía, incluso en las cajas de camionetas, y se dormía en casas de familias amigas o en lugares sin las condiciones que merece un deportista de alto rendimiento.
Pero no sólo las condiciones logísticas mejoraron, también dio un cambio radical todo lo concerniente a lo organizativo, relacionado con la atención a las demandas de cada ciclista, ya sea desde las condiciones de salud hasta aquellas relacionadas con los materiales para sus bicicletas.
Hasta el año 2000, San Juan había festejado como epopeyas los títulos nacionales de ruta elite ganados por Carlos Escudero (Gral. Roca,1969); Marcelo Chancay (Mar del Plata,1973); y Moisés Carrizo (Catamarca, 1974 y San Rafael, 1978). A ellos se suman los dos torneos de contrarreloj en categoría sub-23 por Oscar Villalobo (1998 y 99, en La Plata y Concepción del Uruguay, respectivamente). Y el título de Viviana Cejas, en la prueba en línea de las damas elite en el torneo realizado en San Juan en 1991.
El cambio, ese que ubicó a San Juan como una potencia real y no declamada, se inició en el 2003, cuando bajo el sofocante calor de abril en las Termas de Río Hondo, Mauricio Pérez, “Chespirito” para todo el mundo, se consagró campeón nacional en la prueba en pelotón de la categoría sub-23. El del pedalista rawsino fue el primero de muchos títulos que comenzaron a caer como un chaparrón veraniego, poblando las vitrinas de la Federación Sanjuanina con las grandes copas con las que se premia a los ganadores del medallero final.
En 2018 se logró el “summun” ganando cuatro de seis títulos en juego. Los dos Sub-23, y los de varones y damas elite, en pelotón.
Al logro de Pérez, lo siguió al año próximo el título de Jorge Pí en la contrarreloj, también de categoría sub-23. Fue en el torneo realizado en San Juan, cuando aún la Avenida de Circunvalación era un páramo donde los rayos solares reverberaban en las piedras.
Desde el jalón plantado en Termas de Río Hondo, cinco sanjuaninos subieron al escalón más alto del podio en las pruebas de pelotón elite. Se ganaron once títulos sub-23, cuatro en línea y siete en crono. A todos ellos hay que sumar los siete cetros conseguidos por las damas, en su categoría única, seis en pelotón y uno en contrarreloj.