River quebró la paternidad de Boca en torneos internacionales, le ganó con justicia por 1 a 0 y se consagró anoche finalista de la Copa Sudamericana, instancia en la que se enfrentará desde el próximo miércoles con Atlético Nacional de Colombia, tras un partido de escaso brillo, mucha pierna fuerte y un alto contenido emotivo.

Leonardo Pisculichi, a los 16 minutos marcó el único gol del Superclásico, que apenas en el comienzo tuvo un pico emocional altísimo con el penal que sancionó Germán Delfino a los 18 segundos del comienzo en el estadio Monumental, pena que Marcelo Barovero le atajó a Emmanuel Gigliotti y marcó el rumbo del partido.

Porque de lo que pudo haber sido el 0-1 con grandes chances de eliminación River pasó a controlar el medio juego, aunque sin llegada, pero con el ánimo en alto por el susto superado.
Pese a ese control del balón la mejor chance para convertir volvió a ser de Boca. Gigliotti no pudo aprovechar el rebote de Barovero ante un remate de Meli y permitió una muy buena tapada del uno ‘millonario‘.

River logró el gol, luego de una buena jugada colectiva que derivó en centro de Vangioni, que Pisculichi tomó como venía para para ubicar la pelota abajo, junto al palo derecho de Orión.
River se apuró por convertir el segundo, perdió precisión en su juego, peleó el partido en la mitad de la cancha y Boca, con actitud y decisión lo complicó.

A un Gigliotti muy activo le faltó precisión en la definición. Le anularon un gol legítimo por un offside inexistente y cabeceó desviado un centro en la boca del arco.
Recién en la segunda parte River impuso su superioridad. Se adelantó unos metros, Ponzio lateralizó más el juego, Sánchez se desaceleró y aún con Mora ausente, junto a Teo Gutiérrez, llegaron más que Boca que sintió el esfuerzo del primer tiempo y no pudo elaborar juego claro y profundo. Apenas las corridas de Carrizo, el único elemento de desequilibrio en el xeneize. Demasiado poco para su pretensión de ser finalista y demasiado poco para aspirar a cualquier conquista importante.