El Superclásico dejó expuestas dos caras: La alegría por un lado y una situación comprometida por el otro. River, el gran ganador de una siesta distinta, se aferró a la victoria para tapar un momento que no le era favorable. Especialmente luego de la eliminación en la Copa Libertadores y de los desencuentros dentro de su mundo porque salieron a luz situaciones poco felices entre su técnico frente a los jugadores. Boca, en cambio, quedó expuesto a que su futuro le sonría en el partido revancha que jugará el jueves en Brasil frente al Palmeiras. Porque ayer mostró una cara poco feliz. El atenuante de meter en el Superclásico jugadores que no son titulares para "guardar" a los otros para el choque copero no le rindió como esperaba. Terminó por entregarse a la quimera de la suerte y falló. En realidad quedó en una encrucijada que, como lo dice su significado etimológico, es una "situación difícil o comprometida en que hay varias posibilidades y no se sabe cuál de ellas escoger".
Ayer River Plate ganó el partido más esperado por el mundo futbolero y le dio rienda suelta a su alegría. En la cancha, con los jugadores cantando y bailando mucho después que cayó el telón del choque. En los hinchas, que se dieron un gusto de gastar a sus "primos" más allá de las burlas de siempre. Y hasta en las estadísticas, esas que marcaban que el Millonario no ganaba hace 14 partidos como visitante y esta vez la cortó.
No fue una actuación notable del equipo de Demichelis pero le alcanzó para convertirse en un merecido ganador. Logró quitarle la pelota a Boca en la mitad de la cancha y manejó a su ritmo los momentos. Individualmente sobresalieron De la Cruz y el chileno Paulo Díaz. El primero como generador de juego, el otro como una seguridad envidiable en defensa. Y otro que jugó un gran primer tiempo fue Rondón.
Boca fue entrega solamente. Con pocas ideas y menos aún variantes. Reaccionó en el segundo tiempo pero ni siquiera los cambios en los que entraron los "titulares" le alcanzó para equilibrar el tablero. Si fue infracción o no en el primer de River es hilar demasiado fino. Si fue offside de Cavani en el gol anulado también. Pensar que hubiesen cambiado la historia esas acciones es pura futurología. Ahora tendrá que jugar todas sus fichas a esa revancha en Brasil. Si la pasa, zafa en parte esta derrota. Sino, se quedará sin el pan y sin la torta…