River Plate quedó rendido a los pies del poderoso Barcelona al caer goleado 3-0 en la final del Mundial de Clubes en Yokohama, Japón, y no pudo conseguir el segundo título intercontinental de su historia.

Con buenos aportes del rosarino Lionel Messi, quien abrió la cuenta con un gol protestado por una supuesta mano, y un doblete del uruguayo Luis Suárez, Barcelona conquistó su tercer Mundial de Clubes.

El equipo argentino no pudo desplegar su juego y sus piezas estuvieron por debajo de su nivel, además de ser neutralizado por la tenencia y el control rival.

Messi, además, se convirtió en uno de los máximos ganadores en la historia del Barcelona, con 26 títulos. Junto a él, fue titular en el Barca el argentino Javier Mascherano, de correcto trabajo.

En el comienzo, River sacó el libreto que había pensado su técnico: presión alta, movimiento constante de los delanteros para tomar a los rivales en la salida y adelantamiento de la última línea. Le salió bien en los primeros minutos, aunque la diferencia la marcaron los catalanes a la hora de manejar la pelota.

River, que contó con buenas apariciones del uruguayo Tabaré Viudez, no tuvo precisión en los últimos metros para elaborar una jugada colectiva que le lleve peligro al chileno Bravo.

Así, las únicas aproximaciones del Millonario fueron disparos desde lejos del uruguayo Mora y de Alario, aunque sin inconvenientes para que controle el arquero trasandino.

Barcelona, paciente, controló el balón y de a poco agigantó la figura de Barovero, quien le sacó a los 32’ un tiro libre a Messi, y abrió la cuenta a los 35’, cuando Neymar le ganó en el salto a Mercado, se la bajó a Messi y el rosarino, ante Maidana, definió.

En el complemento, en River entraron Martínez y González pero no encontraron profundidad. Y todo empezó a definirse en los primeros minutos de esa etapa cuando Suárez definió entre las piernas de Barovero para marcar.

Ante este panorama, Barcelona, con espacios, llegó al tercero con un cabezazo de Suárez. Lo mejor de River fue sobre el final: primero con un cabezazo de Alario, que sacó Bravo y luego con un bombazo de Martínez que pegó en el poste.