River rescató casi un milagroso 2-2 sobre la hora ante Tigres en Monterrey y todavía sueña con pasar a los octavos de final en la Copa Libertadores. Cuando todo parecía perdido, no sólo el partido, el cuadro de Marcelo Gallardo alcanzó un 2-2 poco menos que inimaginable un rato antes y lo consiguió por las agónicas conquistas del colombiano Teófilo Gutiérrez, a los 41 del segundo tiempo, y del uruguayo Rodrigo Mora, a los 45. Así, River, que minutos antes parecía llegar a la fecha decisiva al borde de la eliminación, recobró la esperanza.

El primer período para River fue una pesadilla, dado que a los 11 minutos ya estaba abajo en el tanteador con el tanto de Arevalo Ríos desde el borde del área y a los 14 tuvo que gastar un cambio, porque el temperamental Leonardo Ponzio sufrió una lesión muscular. Por lo tanto, River tuvo que afrontar desde temprano agravantes para su situación, ya de por sí compleja, y la derrota lo alejaba todavía más de la chance de acceder a la próxima ronda en esta competencia internacional. El conjunto Millonario pareció carente de reacción ante ese cuadro tan preocupante, a tal extremo que en la etapa inicial sólo en una oportunidad exigió al arquero del seleccionado argentino Guzmán, quien sacó un cabezazo del siempre luchador Mora por arriba del travesaño.

Para la segunda parte Marcelo Gallardo se jugó entero desde la reanudación y agotó las variantes al mandar a la cancha a Gonzalo Martínez y el uruguayo Camilo Mayada. El visitante dio la impresión de activarse, porque especialmente con el aporte de Martínez abrió por momentos a Tigres. Pero en la medida que se acababan los plazos y el dueño de casa amplió la diferencia por el gol de Alvarez, River presentaba síntomas de abatimiento. Claro que Mora en ningún momento bajó la guardia y cuando hubo un error en el fondo de los mexicanos fusiló a Guzmán y forzó una gran tapada del guardavalla, pero Teo Gutiérrez que acompañaba aportó el 1-1. River dio la impresión de haber resucitado, se fue con todas sus energías en procura de la igualdad y la alcanzó quien más lo merecía, Mora, con un tiro de lo más potente y oportuno.