Según la tradición, para obtener una ‘ayuda’ de la Difunta Correa debe haber algo a cambio. Y luego de aquel 1 de julio tras lograr la permanencia en la máxima categoría del fútbol argentino, quedó pendiente la ofrenda del plantel de San Martín a la Difunta, debido a que el día siguiente se iba la mayoría de los jugadores de vacaciones. Por eso ayer al mediodía, el actual plantel verdinegro, junto al cuerpo técnico y algunos dirigentes emprendieron el viaje al santuario para cumplir la promesa y comer algunos chivitos.
Tras el entrenamiento matutino en la cancha de Trinidad, los players partieron en sus autos particulares hacia el santuario caucetero. Junto a los dirigentes Adolfo Antuña y Hermes Rodríguez, dos de los ideólogos de la visita, llegó el grupo para compartir el almuerzo. Y luego del exquisito chivo llegó la hora de comprar las velas y subir las escaleras. Federico Poggi, Mauro Bogado y Sebastián Penco fueron algunos de los que encabezaron la subida, ante la ‘exploración’ de algunos de los refuerzos que observaron atentamente las leyendas dejadas por la gente en el santuario. Según afirmaron algunos jugadores, la mayoría ya conocía la Difunta porque durante la campaña en el Nacional B se visitó “varias veces”.
Si bien el común denominador de los players fue encender velas, algunos fueron más allá y dejaron pertenencias personales. Unos botines, por ejemplo, quedaron guardados en el museo de la mítica figura religiosa, como una muestra de agradecimiento por la permanencia. A su vez, el entrenador, Facundo Sava, dio su punto de vista sobre la visita: “Quería conocer la Difunta, aunque no soy creyente de éstas cosas”. Acompañado por su ayudante de campo, Mauricio Elena, en su primera visita al santuario el DT esperó que se retirara todo el plantel para recorrerlo. “Cada uno es libre de creer en quién sea, de agradecer y de pedir. Respeto mucho a los jugadores, pero yo creo en el trabajo, en la unión del grupo, en la capacitación, en la preparación, en la amistad, en la fuerza de la familia y en todos los valores con los que me he criado. Yo no creo en Dios ni en nadie. Sí respeto y estoy casado con mi esposa que es católica, pero no es mi forma de vivir y de agradecer”, explicó el DT de San Martín.