No luce, no brilla, pero suma. Venezuela manejó los tiempos y el resultado le terminó dando la derecha. Arrancó mejor y terminó de igual manera. Pegó en los momentos justos y lo demás fue encontrar la resistencia. Tuvo puntos altos como su arquero Renny Vega y un mediocampo batallador. Aguantó la presión de Chile y con clase se metió entre los cuatro mejores para dejar de lado eso de ser sorpresa, sino realidad.
1-Planteo ideal
Con un estadio colmado por chilenos, la presión se la fue sacando desde el inicio mismo, para demostrar esta Venezuela que entre pocos el premio vale doble. César Farías lo diagramó y lo puso en práctica. Un enorme trabajo de sus volantes de recuperación, avalados por un orden táctico. Careció de penetración, sin embargo probando al arco desde larga distancia fue tejiendo la trampa.
Chile no buscó a Jiménez y no tuvo claridad ni juego, y por ende esa fricción en la zona media terminó siendo para la Vinotinto. Era mejor y lo plasmó con el gol de Vizcarrondo, otro de los pilares. Esa trampa dio réditos y se multiplicó ya que los trasandinos se perdieron más en sus ingenuidades e igualar nunca estuvo cerca en la primera mitad, porque buscar la paridad sólo tuvo intención en el minuto final.
2-Cambios positivos
La falta de juego, profundidad y urgencia, llevó al "Bichi" Borghi a cambiar nombres y acertó. El ingreso de Valdivia cambió el partido, porque junto con Alexis Sánchez metieron contra su arco a Venezuela que hizo un enorme desgaste en el periodo inicial. Dos tiros en los palos y un remate que Cichero sacó en la línea, marcaron el cambio de dueño.
Entró Paredes en la Roja y la apuesta fue muy jugada: tres en el fondo, un recuperador, dos volantes, un enganche y tres puntas. Chile se transformó en el único protagonista y Humberto Suazo empató, en algo que era previsible y estaba al caer.
3-Práctico y sutil
Fueron 30 minutos intensos de Chile para igualar el pleito. Sin embargo luego se perdió. El desgaste lo terminó condenando y Venezuela, que demostró oficio para aguantar y defender. Sacó a relucir que el resto físico era clave. Aprovechó que los trasandinos estaban desorbitados, mal parados y le entró con criterio, calidad y con sutileza volvió a ser el equipo inteligente que pensó más de lo que jugó. Cichero estampó el 2-1, que incluso pudo ser más, para esta Venezuela que no dio el golpe, sino demostró que primero piensa, y luego te liquida.

