Su exhibición de poderío que Daniel Castro hizo en la Vuelta a Mendoza de 1989, la que ganó por abismal diferencia, le abrió las puertas de Europa. Sus cualidades deslumbraron a Ivano Fanini, director deportivo del equipo italiano Amore e Vita, que ese año disputó la clásica carrera mendocina y fue "cacheteado" por ese pedalista chiquito, que subía con una fortaleza incomparable.
El "Pitufo" partió a Italia a mediados del "89, y corrió en la escuadra que ahora tiene categoría continental, bajo bandera ucraniana, pero que mantiene la estructura italiana. Ya no la maneja Ivano, padre, lo hace su hijo, que por entonces disfrutó del generoso esfuerzo que el sanjuanino realizaba en cada competencia.
De competir en las clásicas sanjuaninas, donde acordaba con alguna familia en Jáchal, Calingasta o Iglesia, donde había que pernoctar para retornar al día siguiente, y dormir en algún colchón tirado en el piso; Daniel pasó a alojarse en los mejores hoteles, porque una carrera grande como el Giro de Italia lo permitía.
A 33 años de aquellos momentos, hoy en su casa de calle Rawson, frente a la escuela Camilo Rojo, en Albardón; entre otras cosas Daniel rememora detalles de su debut, y resalta la visita al Vaticano para recibir la bendición de Juan Pablo II. "Nuestro equipo se llamaba Amor y Vida, en oposición al aborto, y recuerdo que entramos al Vaticano como si fuera una carrera, los nueve que largaríamos el Giro, y el resto de los corredores del equipo. Iba la caravana de autos atrás; todo como si estuviéramos corriendo. Después salió Juan Pablo II y nos bendijo. Fui uno de los primeros en saludar. Ahora, me digo, pensar que le besé el anillo a un santo, y no lo creo".
Daniel estuvo a 2 kilómetros de ganar el Mundial del 91, en Stuttgart, donde terminó 31´.
Daniel fue el primer ciclista profesional argentino, y de su experiencia de dos años y medio en Europa, resalta el Mundial de Ruta de 1991, en Stuttgart, donde estuvo escapado hasta dos kilómetros antes del final. "Es un recuerdo muy bonito, llegué 31´, con el mismo tiempo del italiano (Gianni) Bugno, que había ganado el Giro del "90 y fue segundo detrás de (Franco) Chioccioli, en el 91".
Refiriéndose, más específicamente, a la "corsa rosa", Daniel destaca la dureza de las etapas. "En muchos finales de montaña había nieve, eran subidas menores a los 2.000 metros, la mayoría, pero paredes muy empinadas. De esas tres o cuatro por día. ¡Durísimo!".
Cuando se lo consultó sobre otros detalles, contó que desde la presentación "era otro mundo". "Nos hicieron desfilar y nos entregaron a cada corredor una bolsa con recuerdos. Aparte, como Citizen era el sponsor principal, a cada uno nos regalaban un reloj; que era hermoso, por ahí lo debo tener, seguro que hay que cambiarle las pilas, pero sigue funcionando".
El Zoncolán es un mítico puerto de altura del Giro, y Daniel explicó lo que era coronar su cima. "Allí quienes definían la carrera subían con una multiplicación de 38/39-28; yo solía utilizar 42-28; porque me gustaba llevar una pedaleada más firme, tenía más fuerza; entonces decidieron cambiarme las palancas, ponerme unas más cortas, de unas que tenían 170 a 168 mm para que alivianara un poco más mi esfuerzo".
Si uno mira los números fríos de las clasificaciones de esos años, las posiciones finales del "Pitufo" no entusiasman: 88´ en el "90 y 123´, en el "91; pero Daniel no era el jefe de filas del equipo, su líder era Steffano della Santa, que culminó en la posición 22. "Yo siempre andaba en las fugas, porque salía para evitarlas, y en las subidas estaba entre los 15 primeros", acotó.
Sobre las posiciones finales, hay una explicación, en ambas carreras hubo muchos kilómetros de contrarreloj. En 1990 tres etapas (13, 31 y 68 km), y en el "91, otras tres (7, 43 y 68 km). "En la primera perdí 2 minutos en el Prólogo, y en la larga, un montón, me pasaban a cada rato", contó con una sonrisa.
Daniel fue el primero, según los hermanos Curuchet (Juan y Gabriel) que vivieron muchos años en Italia, aún le preguntan por él; el sábado próximo, Nicolás Tivani empezará a recorrer el suyo en el 106´ Giro de Italia.
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"El Pitufo" confía en que Tivani será el Richeze del futuro
Lo conoce mucho a Nicolás Tivani, porque lo dirigió en el equipo continental de la Agrupación Virgen de Fátima, en los cuatro años que el pocitano corrió, y ganó todo en la Argentina; por ello, y por su experiencia europea, nadie mejor que Daniel Castro para analizar el presente, y evaluar el posible futuro del actual subcampeón panamericano.
"El Nico es un corredor de muchas condiciones, que andará bien. Lo más duro es lo que está viviendo ahora, porque se extraña, el cambio es muy grande, y todo lo deportivo depende de la confianza de uno mismo. Creo que está en condiciones de hacer una buena carrera en Europa, pienso que puede ser el Maxi Richeze del futuro", comenzó diciendo cuando tuvo que referirse al pedalista sanjuanino, que desde el sábado próximo correrá el Giro de Italia.
Daniel fue técnico de Nicolás en la Agrupación Virgen de Fátima, entre 2019 y 2022.
Daniel vivía en Lamporechio, a diez minutos de Florencia; Tivani tiene residencia en Montecattini, que también está cerca. "Yo salía a entrenar y en ocho minutos estaba donde vive ahora Nicolás. Si tengo que aconsejarle algo sería que haga domicilio allí, que haga pretemporada con ellos. Los italianos tienen un conducta, y una manera de trabajar, muy distinta a la nuestra. Ellos viven para el ciclismo, si tienen uno o dos días libres, se cuidan y siguen muy metidos en su objetivo. Son muy fríos, si algún corredor sufrió un resfrío, el domingo no corre, prefieren poner a uno de menor calidad pero que esté entero, porque rendirá mejor que aquel que está enfermo".
"Yo creo que el Nico hará un buen Giro. Ya demostró que está en condiciones de embalar con los mejores y meterse en el Top-10; y es más, pienso que si llega a definirse una etapa en grupo chico, tiene chances de poder llegar a ganarla, y darnos un alegrón enorme", concluyó.