Llegó a las 16,36. Las tribunas naturales que bordeaban el río, debajo del puente de Albardón, estallaron en aplausos. En gritos de aliento. Él se dio cuenta de inmediato y saludó como pudo en plena velocidad. Pasó la línea final de la etapa y ahí sí se dio el lujo de levantar los brazos para saludar a todos. Se paró para retirar su registro cien metros más adelante y se sacó el casco. Alejandro Patronelli, el personaje de este Dakar 2011, estaba extenuado. Su rostro lo pintaba así. Igual, su figura fue un imán para todos. Estallaron los flashes fotográficos y las preguntas. De sus colaboradores. De la gente de la organización. Se dio un respiro, vació dos botellitas de agua en su cara y atendió las indicaciones. Y, casi de inmediato conversó en exclusiva con DIARIO DE CUYO…

– ¿Fue un etapa tan dura como lo demuestra tu cansancio?


– Fue un etapa durísima. No quiero ver más piedras en mi vida. Terrible. Por momentos inaguantable.

– ¿Es lo más complicado que pasaste en este Dakar?


– Sí, sin dudas. Para mí, por lo menos. Por mi estado. Por como tengo la mano. No por el cuatri u otra cosa. Estoy muerto de dolor.

– Pero seguís firme en la punta…


– Ya estoy adentro y no hay dolor que te pueda detener. En esto es todo o nada.

– Se te nota muy metido. ¿Será que ya estás pensando en el año que viene?


– Sí, siempre pienso en el futuro, pero las fichas hay que meterlas en el presente. Y estoy de cabeza en eso.

– ¿Que hay de cierto del ofrecimiento de Gordon para que con tu hermano piloteen el año que viene un Hummer?


– No es nada firme. Nosotros, con Marcos, estamos a muerte con Yamaha. De ahí en más, nada. Vamos a ver qué es lo que pinta pero todavía no hay nada seguro. Él (por Gordon) nos ofreció como para ver si se podía. Nada más.

– ¿Igual, hoy por hoy, el objetivo son los cuatriciclos?


– Eso es todo. Es lo que sabemos hacer y es en lo que estamos en éstos momentos. Yamaha nos ha brindado todo más que en la vida y estaremos con esa marca a muerte.

– ¿La pasión sigue intacta?


– Sino no estaría acá. Todo esto te mata pero hay que meterle para adelante. Vengo con el corazón. No vengo con el cuerpo sino que lo mío pasa por la mente. Si fuera por el cuerpo, tengo medio cuerpo inutilizado. Calculá que donde acelero y me agarro, tengo la mano rota. No sé. Hay momentos, como ahora, que ni siquiera sé qué pensar.

– ¿A full con el primer puesto?


– Si puedo llegar a mantenerlo, bienvenido sea. Y sino, si quedo último, no importa. Igual voy a llegar. Te lo aseguro.

– ¿Aceleraste más de la cuenta en algunos momentos?


– Vine rápido, pero siempre me cuidé. Aceleraba en lugares determinados, pero vine tranquilo en todo el recorrido. Siempre tratando de hacer las cosas bien. En donde apoyo la mano derecha le puse una chapita para apretar con más seguridad. Es que no tengo más fuerzas en los dedos. Casi como que voy acalambrado todo el tiempo.

– ¿No te pusiste un guante especial, por ejemplo?


– Lo hice pero después lo tuve que cortar, porque no tengo buena circulación. Me quedó incómodo y fue peor. Es que tuve que hacer dos veces más de esfuerzo.

– ¿Que pensás de la etapa de mañana a Córdoba?


– No sé. Creo que será algo parecido a esto. Al menos al principio. Por ahí, ya entrando a Córdoba, aflojará un poco.