El objetivo antes de ir a Rafaela era la reconstrucción. Volver con todo o al menos con algo, fuera punta, funcionamiento o convencimiento. Y para San Martín, la excursión por tierras rafaelinas entregó algo de eso. Porque arrancó con algunas dudas, se acomodó en el primer tiempo, sufrió con 2 menos en el complemento y terminó sumando pese a que cerró el partido en clara desventaja. No le alcanzó para ganar pero mostró síntomas de que esa amnesia futbolera que lo castigó mal está desvaneciéndose lentamente y que este equipo, tiene memoria. Fue empate sin goles, pero con un dejo de reconstrucción para un San Martín que pasó ya lo peor de su terremoto y se está rearmando. Lo que faltó de juego, lo compensó con actitud y eso, en los tiempos que lo gobiernan, no es poco.
En el comienzo, tal cual lo pintaba la previa, la obligación de presionar, fue de Rafaela. Ante esta postura, este San Martín mostró su primer destello de aquel San Martín: se paró bien, le cerró los caminos y lo terminó adormeciendo. Con este primer paso dado, faltaba el otro. El de ir al frente, el de animarse a atacar. Ahí, recién después de los 25′ del primer tiempo, San Martín mostró cosas de lo que sabía hacer. Lo mejorcito en proyección ofensiva pasó por el costado izquierdo, con las subidas de González y las apariciones del paraguayo Alonso. Le alcanzó para emparejar el partido y hasta para ser dominador del juego. En ese lapso -de los 32′ a los 43′- generó lo mejor en situaciones de peligro. Lo tuvo Leo Sánchez de tiro libre y su remate dio en el travesaño, más tarde fue Guille Pereyra el que obligó a la atajada de Airaudo en un tiro libre preparado y sobre el final, Penco casi la emboca con un cabezazo incómodo que se le fue desviado. Rafaela llegó forzado y muy aislado. Lo mejor del local pasó por las diagonales de Alexis Castro y nada más. En ese escenario parcial, San Martín había conseguido mucho de lo que fue a buscar.
En la segunda etapa, Rafaela fue otro. Más incisivo, más decidido. El equipo rafaelino empezó a presionar y desnudó falencias en San Martín, que trajeron los primeros sustos grandes. Matías Gigli, el goleador de la Crema, apareció dos veces y exigió a Pocrnjic, que respondió con absoluta seguridad. La respuesta de San Martín fue peligrosa y a los 15′, Lucas Sparapani tuvo la más clara cuando probó a Airaudo después de una falsa salida del fondo de Rafaela. Pero 4 minutos después, el paraguayo Alonso se fue expulsado y San Martín ya no pudo plantearlo igual. Se refugió, empezó a cuidarse más y le dejó todo el peso del partido a un Rafaela al que no le sobraron demasiadas ideas como para quebrar la propuesta sanjuanina. Para agregarle más dramatismo a la historia, a los 38′ Stang también se fue expulsado. Ya 9 contra 11, fue aguante y nada más en San Martín que empezó su reconstrucción, aferrándose a una verdad tan vieja como el fútbol: Cuando no se puede ganar, no hay que perder.
