Frustrada por Racing la chance de consagrarse campeón dos fechas antes del final, Boca Juniors deberá aprender a calmar la ansiedad en estas dos semanas antes de enfrentar a Tigre, al que debe vencer si no quiere esperar resultados ajenos para explotar su celebración de título, y a sabiendas que al final del camino lo espera Rosario Central, el rival al que no quiere enfrentar.
Boca es el único de los animadores de este singular torneo que no tiene premio consuelo que ni puede animarse a festejar la casi segura plaza en la Copa Libertadores, con la que pueden darse por hechos hoy San Lorenzo o Central. Volvieron a sonar las cadenas fantasmales de la definición del 2006 cuando tres fechas antes del final necesitaba un punto y no lo sacó y perdió el desempate ante Estudiantes.
El hombre con más títulos en Boca, Sebastián Battaglia, fue el que sacó del arcón a aquel final de la gestión de Ricardo La Volpe. Por eso Tigre es el objetivo. El equipo que maneja Gustavo Alfaro tiene que ganar para intentar meterse en la Liguilla Pre Libertadores. Dio un paso sacándose de encima a Banfield, justamente rival de Central en el Florencio Sola cuando el fútbol vuelva tras la impasse por las elecciones presidenciales. En Tigre hacen dos lecturas de lo que se viene: lamentan que aunque ganándole a Boca en la fecha próxima seguirán fuera de la Liguilla ya que Estudiantes (el último que por ahora clasifica) y Belgrano (el que lo sigue al Pincha y precede a Tigre) se enfrentan entre sí. La otra evaluación es que uno de esos competidores se caerá si vencen a Boca.

