La trampa es el peor fraude en la vida. Y en lo que a disciplinas deportivas se refiere, la trampa llevada a su máxima expresión es el doping. Ante este flagelo que ensucia lo más sagrado del deporte mismo, el "corpore sano" movido por una "mens sana"; las simulaciones del fútbol, y hasta los alfileres de los jugadores de Estudiantes de La Plata, quedan minimizados a una picardía. Ahora bien, si consumir sustancias prohibidas para lograr un máximo rendimiento propio en detrimento del que tengan los ocasionales rivales es aberrante, tanto más lo es el apelar a ayudas de tipo mecánico, como lamentablemente se descubrió hace unos años son prácticas usadas en el ciclismo.
En el primer lustro del siglo que corre, decir Lance Armstrong, era hablar de un súper héroe. Algo así como el "hombre que volvió de la muerte": había vencido a un cáncer testicular con metástasis en el cerebro y sumaba victorias en el Tour de Francia, convirtiéndose en el único ciclista en ganarlo en siete oportunidades, las últimas cinco de manera consecutiva. Las presunciones que comenzaron el año que ganó su último Tour, se confirmaron unos años después, cuando la Agencia Antidopaje de los Estados Unidos (Usada) lo acusó de liderar "el programa de dopaje más sofisticado que ha visto el deporte", lo despojó de todos los logros que había conseguido desde agosto de 1998 y lo suspendió de por vida.
Un año después, en enero de 2013, admitió haberse dopado para conquistar los siete Tour de France (1999-2005). Tras su confesión le fueron retirados todos sus títulos y le valió, según sus propias declaraciones, una pérdida de 75 millones de dólares.
Pero, como dice el dicho, "sobre llovido, mojado", ayer salió a la luz una nueva acusación, Jean-Pierre Verdy, antiguo jefe de la Agencia Antidopaje Francesa, en declaraciones al diario Le Parisien, lo acusó de haber utilizado un motor en su bicicleta y apoya su afirmación en un par de videos como prueba. Lo revelado por el exfuncionario fue explicado por Antoine Vayer, escritor y cronista del Tour de Francia durante 23 años, que compartió en su perfil de Twitter esta reflexión sobre Lance: "¿Es el uso de un motor lo que explica sus 7.4 vatios/kg durante 9m33s por pedalada? Subiendo los Alpes suizos después de 6 horas de esfuerzo, pasando antes por Madeleine y Glandon". En ellos pareciera que Lance toca su asiento para, supuestamente, activar el motor. Hace cinco años la cadena CBS reveló en 2016 que Sky, uno de los equipos más importantes del ciclismo mundial, estaba bajo investigación porque las bicicletas utilizadas pesaban 800 gramos más que la del resto de los ciclistas. Eso es lo que pesa, aproximadamente, un motor diminuto oculto en los caños del rodado. Ese motor puede llegar a producir 500 W de potencia y la batería puede esconderse con facilidad en la botella de los ciclistas, o bien en su asiento. Ha pasado mucho tiempo. Nada se podrá probar físicamente porque esas bicicletas ya no existen, fueron desarmadas o vendidas. Y de estar en algún museo particular de Armstrong, lo más factible es que no tengan motor alguno.
Antecedente
De algo similar se lo acusó al suizo Fabián Cancellara en ocasión de ganar el Tour de Flandes en 2010. Y se mostraba un video en el que se observaba como cambiaba la forma de apoyo en su manillar, dando la sensación que activaba un botón. Luego se comprobó que el "Espartaco" no tenía nada en su bicicleta.