El apellido Soto es una marca registrada en el fútbol sanjuanino. La historia que supieron construir los hermanos Juan Carlos y Mario, saliendo de Los Andes a otros clubes, la prosiguieron sus hijos. Mario, de 32 años, homónimo de su padre fue una de las piezas claves para que San Martín de Rodeo llegara hasta la final de la Copa de Campeones. Empleado de Seguridad Náutica, vive en la capital iglesiana una semana por mes, así comenzó su relación con el verdinegro a la que por decisión propia puso punto final ayer.

"Llevo muchos años en esto del fútbol y son muchos los fines de semana que no almuerzo con mi familia", contó quien es padre de una nena y espera junto a su mujer su segundo hijo.

Empujó con su temperamento al equipo verdinegro y tuvo un par de acciones donde mostro su carácter ese que lo identifico desde pibe. No pudo hacer mucho porque luego del tercer gol San Martín entró en un vértigo que esterilizaba cualquier buena intención futbolística.

"Me hubiera gustado despedirme con una victoria, pero esta no fue nuestra mejor tarde", concluyó.