Malo, aburrido, de terror. Un tarde fría de clima y de fútbol, vacía de goles. Los jugadores olvidaron el significado de la palabra clásico. Ni siquiera una patada fuerte hubo como para calentar el juego. Encima de eso, ambos se quedarán este año con el grito atragantado, ya que igualaron los dos partidos de la temporada, el anterior fue 2-2 en Puyuta.

El folklore del público de San Martín (se jugó con público local), con sus gritos hacia los futbolistas de Desamparados fue por momentos lo que la gente le prestó más atención, que al fiasco de partido.

San Martín y Sportivo igualaron sin goles en Concepción. Decepcionaron. La más clara la tuvo el pibe Cortez, que se comió un gol que era más difícil errarlo que hacerlo. Él pudo salvar el partido, pero no hubo caso. Un clásico en deuda por donde se lo mire. Se notó la ausencia de Gustavo Quilpatay en el Verdinegro y Darío Rodríguez en el Víbora, dos jugadores que siempre le ponen pimienta a estos partidos.

Al minuto de juego amagaron como un buen comienzo, cuando Alaniz estrelló un remate en el travesaño entrando al área. Había dinámica, algo de fútbol con Ochoa y Galletti en el Verdinegro. Sportivo no tuvo un buen funcionamiento en el medio, pero sí por los costados con Galvez y Gizzi, que resolvió mal una jugada de gol, que en otro partido la hubiese resuelto bien. El delantero enfrentó a Criado y en vez de rematar la pasó al medio, donde no había nadie.

El Verdinegro tenía intenciones más serias a la hora de atacar de la mano de Galletti, que metió dos tiro libres brillantes, pero logró que se luciera más Vicentella, que luego le tapó una bomba a Alaniz. Tres tapadas que lo hicieron figura del clásico. En Sportivo, Guirado apareció por momentos, con toques de primera. Moliní corrió, pero sin poder recuperar ninguna pelota y Godoy fue el único que se sacrificó en el medio. Arriba Gizzi laburó solo, fue el más desequilibrante. Y atrás Preciosa y Sanez sacaron todo centro que llovió.

En el Verdinegro no funcionaron los armadores de juego. Ochoa, con pocas ideas y Díaz, inseguro en cada entrega al igual que Vega, que no pudo encontrarse en el medio. Galletti fue el más sólido junto a Rojas, con sus proyecciones constantes. Arriba el trabajo de Alaniz y Narváez fue interesante, pero no determinante.

En el segundo tiempo no pasó nada. Pases a un metro mal entregados, pocas ideas y muchos pelotazos. Dentro de ese panorama San Martín fue más. Sportivo estaba resignado al empate. Llegando al final el Verdinegro erró la situación más neta de todo el juego. Narváez entró al área, Vicentella lo salió a atorar y el nueve pecó por bueno, mandó un pase el medio, que encontró solo al pibe Cortez, que se sorprendió tanto en la definición, que la tiró afuera sin arquero y con el arco a su disposición. Increíble, para agarrarse la cabeza.

No pasó más nada, sólo la expulsión de Moliní en Sportivo. La última chance fue un tiro libre de Rojas, que Vicentella controló en dos tiempos. Un clásico que quedará en el olvido.