
De las categorías inferiores del Anderlecht y de la selección belga, al Quick-Step. Del fútbol
al ciclismo en apenas un año y con sólo 18 años su primer contrato profesional. Es el
extraordinario caso y aún más meteórica ascensión de Remco Evenepoel, quien hace un par de meses ganó con gran autoridad el campeonato de Europa junior con una ventaja de casi diez minutos al segundo clasificado y ganando también la crono y ayer; repitió la proeza ganando la prueba en ruta del Mundial en su categoría, oro que sumó al que había conseguido el lunes en la contrarreloj.
Evenepoel, hijo de un ciclista profesional, era un promisorio volante defensivo que había sido capitán de la selección belga de cadetes y que durante 2016 realizó la pretemporada con el primer equipo del Anderletch. Que el cuerpo técnico de uno de los clubes más grandes de su país decidiera darlo en préstamo al Malinas, activó las luces de alarma y el pibe encontró en la bicicleta una vía de escape a su depresión.
No se recuerda un junior tan superior a sus contemporáneos en la historia reciente del ciclismo. Su
descomunal victoria de este jueves en el Mundial junior de Innsbruck es sólo la última y más
mediática exhibición del ciclista que ya ruega, ruborizado, no ser comparado con Eddy
Merckx, o le digan el "Messi del ciclismo".
Lo realizado ayer fue, simplemente, tremendo. como sucede con los grandes campeones, lo importante no es quién ganó, sino cómo lo hizo. A unos 70 kilómetros del final, Evenepoel, que llevaba el dorsal 13, burlando a la superstición, estuvo vio involucrado en una caída masiva en el pelotón. Cuando se levantó del asfalto y consiguió cambiar la rueda trasera, estaba a casi dos minutos del grupo de favoritos, en el que los italianos tiraban con fuerza. No se amilanó. Se puso a pedalear como un loco, ignorando la ayuda de los compañeros de selección que se habían descolgado para auxiliarle y despreciando un nuevo cambio de rueda que le proponía su equipo, conformándose con la del coche neutro. Como si fuera en moto en vez de en bicicleta,
fue adelantando sin aparente esfuerzo a todos los que se encontró hasta alcanzar al
desconcertado grupo de favoritos. Y cuando llegó, en lugar de tomarse un respiro, se colocó
directamente al frente para imponer su ritmo y destrozar con él, poco a poco, a todos los que le
acompañaban. A falta de 20 kilómetros, ya estaba solo y se sabía campeón del mundo.
