Lejos quedaron los silbidos en Santa Fe ante Colombia. Anoche, en Córdoba, Lionel Messi se movió al compás del cuarteto, la música característica de la provincia mediterránea. La Pulga resultó clave en el triunfo sobre Costa Rica y más allá que no anotó un gol, tuvo gran influencia mediante un par de pases gol y la velocidad única con que sabe llevar el balón. Con el crack del Barcelona en este nivel, pensar en el título es posible.

Desde la previa se notó que Messi se sentiría cómodo en el Mario Alberto Kempes. Cinco banderas le "agradecieron" por ser argentino y otras tantas lo apoyaron en un momento donde se decía desde su entorno que estaba contrariado por las críticas tras los dos juegos iniciales. Messi se hizo superlativo a medida que pasaron los minutos. Al inicio, se recostó sobre la derecha del ataque albiceleste y generó estragos con sus diagonales. Habilitó en más de una ocasión a Higuaín, quien marró en el remate final una y otra vez. El rosarino, de actuales 24 años, contó con un tiro libre apenas desviado en ese primer tiempo de reconciliación con el público nacional.

Su actuación se potenció en el complemento, primero con el pase para el segundo gol a su amigo el Kun Agüero, y después con el toque sutil previo al remate de Di María para el tercero. Con el resultado liquidado buscó el grito personal, el primero en la Copa América, pero nunca llegó más allá de un remate apenas desviado del arco Tico.

Se lo notó feliz. Tranquilo. Cómodo. Alejado de las polémicas con algunos de sus compañeros, como la discusión con Burdisso. Anoche volvió Messi, se lo esperaba. Y bastante, para más datos.