Buenos Aires.- A dos años del accidente de esquí que sufrió el multipremiado piloto de Fórmula Uno Michael Schumacher, nadie sabe con exactitud cual es su estado de salud.

Desde aquel accidente de esquí en Meribel, el 29 de diciembre de 2013, no ha vuelto a ser visto en público. Su mujer, Corinna, considera que a la gente no la asiste el derecho de conocer el auténtico estado de salud de su marido.

La semana pasada, su actual manager, Sabine Kehm, desmintió así una publicación de la revista alemana Bunte: ‘La afirmación de que Michael puede caminar no se corresponde con los hechos. Esas especulaciones son irresponsables‘. Dos meses atrás, Todt confesó: ‘Veo a Michael muy a menudo; todavía está peleando’. El ex presidente de Ferrari Luca Di Montezemolo estremeció a los miles de seguidores del piloto alemán al asegurar el mes pasado que ‘verlo en esta situación es terrible’. Y Brawn admitió entonces que ‘su recuperación es lenta, pero siempre hay esperanza’.

Las esperanzas son mínimas, dos años después de la caída en Meribel. Pero Corinna no vacilará en agotar la fortuna de su marido si es necesario para lograr su recuperación. Recientemente vendió un jet privado y una casa de veraneo en Noruega. Tampoco financia la campaña deportiva de Mick, que con 16 años hizo en 2015 una temporada de Fórmula 4 alemana.

Los especialistas sugieren que si la evolución del estado neurológico de Schumacher no fue paulatina en los primeros meses tras el accidente, difícilmente cambie con el tiempo su situación. Nadie sabe realmente si el ex campeón tiene conciencia de la pelea que afronta. Su familia sí es consciente. Y no levanta el pie del acelerador.