El fútbol actual está muy cambiado respecto al que hasta hace un par de años se podía observar. Y un par de muestras de ello sucedió en la semana que terminó ayer, teniendo como protagonistas a los dos clubes más importantes del país, Boca y River, pese a que el segundo, se sabe, esté caído en desgracia con su estadía en la B Nacional. Los más poderosos del país no pudieron ganarle ni a Santamarina, de Tandil, en el caso del campeón argentino, ni a un Almirante Brown que lucha por no caer a la B Metropolitana, tal es el caso del Millonario.

"Muchachos, estamos haciendo un papelón". En el mundo xeneize cuentan que esa resultó la frase-reto de Julio Falcioni para sus dirigidos en el entretiempo del choque del jueves en Salta por la Copa Argentina ante un equipo de la tercera categoría del país. Por entonces, Michel había puesto arriba a los de Forestello y el papelón de Boca tomaba forma. "Corrían como animales, parecía que estaban jugando la final del mundo", contó, post eliminación, el propio Michel. Ni la vuelta de Riquelme, ni todo el arsenal de Boca, acaso el mejor plantel de nuestro país, pudo en los 90′ con un equipo que en el primer tiempo lo atacó y en el complemento trató de cuidarse. Los penales, que no son una mera fortuna, posibilitaron el paso de Falcioni y sus muchachos, para dejar este debut por la Copa Argentina solo en un gran susto y no en un auténtico papelón.

La Banda, que venía de sus dos caídas en los superclásicos de verano, no se quedó atrás en esto de mostrar la hilacha. Un Almirante Brown combativo y solidario, manejado desde afuera por un emblema xeneize como Blas Giunta, le sacó un empate y lo dejó, como mínimo, una fecha más fuera de la punta del torneo. Su presidente, Daniel Passarella, vivió en carne propia lo "duro" de la categoría y observó el encuentro detrás de un alambrado en la platea visitante. Al igual que el club que dirige la mano para el Kaiser viene complicada