Hay dos certezas: la primera y la que genera una tristeza enorme es que a los 40 años Jonah Lomu se fue de este planeta. La segunda resulta igual de concreta: no habrá otro igual dentro de una cancha de rugby. Es que ese gigante humano que cuando usaba la camiseta de los All Blacks arrancaba con su carrocería de 196 centímetros de estatura y 125 kilogramos de puro músculos, estaba claro que sólo se detenía ante el ingoal rival. Fue el jugador que cambió este deporte cuando apareció en el Mundial de “Sudáfrica 1995” y hacía rebotar como muñecos a los rivales que osaban tackearlo. En el mediodía del miércoles de su Nueva Zelanda natal, dejó de respirar de manera imprevista, según confirmó el exmédico de los All Blacks, John Mayhew.
Hasta el cierre de la edición no se sabía si sus continuos problemas renales estaban ligados al deceso tan sorpresivo, más aún teniendo en cuenta que estuvo presente en Inglaterra durante el Mundial donde se coronó tricampeón su país. Fueron los problemas de riñón los que provocaron el retiro de Lomu en el 2002 y dos años más tarde debió afrontar un transplante. Igual, la salud lo tenía en jaque pues desde el 2011 debía realizarse diálisis para “sobrevivir”.
Lo mejor suyo estuvo en la cancha. Lomu fue, es y será sinónimo de try. Con la camiseta “negra” anotó 43 en 73 partidos. Demasiado pocos para los estragos que generaba en las defensa rivales. Un dato: en su mejor época, era capaz de correr los 100 metros en 10,89 segundos. Sí, apenas un segundo más lento que un tal Usain Bolt cuyo récord mundial es de 9,58s.
El mundo lo conoció al moreno de jopito gracioso y sonrisa permanente en 1995. Los cuatro tries en la semifinal ante Inglaterra comenzaron a ponerlo en el sitial de ídolo. Disputó dos mundiales (el otro fue en 1999) y no pudo alzar la Copa William Webb Ellis, pues en la final ante los Springboks se quedó con la ganas.
En los siete clubes de su país que jugó nunca llegó a destacarse como en el seleccionado más importante del rugby. La camiseta azabache era su medida justa. En el 2007, un video publicitario realizado para Adidas, uno de sus principales sponsors, contó su vida y los problemas con los riñones bajo el slogan de la marca alemana “Nada es imposible”. Durante el minuto que dura, relata cómo soportó el diagnóstico de su grave problema de salud y la forma en que volvió a jugar tres años después de ese “quiebre” en su vida deportiva y personal.
Hace menos de un mes, en Inglaterra le concedió una entrevista al diario Olé. Narraba lo que le gustaba nuestro país y su relación con un amigo suyo como Agustín Pichot. “Amo Argentina. La gente es fantástica, su equipo tiene grandes hinchas. Los Pumas han crecido mucho, me gustó su juego”, analizó con el cuarto puesto de los dirigidos por Hourcade ya consumado. Lomu reveló que lo favorito de nuestro país era la carne y, sobre todo, el ritual que hacemos los argentinos a la hora de preparar un asado: “Es algo único en el mundo”, elogiaba. También demostró su fanatismo por Diego Maradona, a quien nunca pudo conocer personalmente.
La noticia de su muerte repercutió en las redes sociales y así el planeta lo ubicó como Trend Topic mundial en Twitter. Se formó el hastag “yo vi a Lomu”. La coincidencia resultaba clara: nadie podrá igualarlo. El mundo lo extrañará y el rugby lo tendrá como “el jugador”, pese a no haber sido el más dotado técnicamente. Aunque resultó el player que hizo de este deporte algo más popular en el planeta. Hablar de Lomu era hablar de rugby y viceversa. Ayer se fue el eterno número 11 de los All Blacks. En realidad, como los grandes, se quedó para siempre…

