“Pobre, no pudo con su vida”. Mauricio Macri se lamentó en esos términos por la muerte de Diego Maradona ante un grupo de conocidos, apenas conocida la noticia que conmocionó al mundo. Y luego de publicar un tuit para despedirse, lo primero que hizo fue llamar a Guillermo Coppola.

El ex presidente quería saber cómo estaba el amigo eterno (o casi) de la estrella del fútbol porque lo considera, junto con Claudia Maradona, como las dos personas que lo apoyaron de forma más incondicional y a las que el Diez excluyó de su vida “injustamente”, según cree Macri.

De todas formas, el mensaje del ex presidente de Boca sobre la muerte de Maradona en su cuenta de Twitter tuvo un tono algo desangelado: “Un día muy triste para todos los futboleros del mundo, especialmente los argentinos. Serán imborrables las enormes alegrías que Diego nos dio”.

La falta de una mayor emoción en el tuit no es casual. La relación entre ambos estuvo marcada por los claroscuros, que comenzaron en la década del ochenta. Hay una anécdota reveladora que se repite en el entorno del ex presidente y que tiene que ver con Sevel, la empresa automotriz de la familia Macri. En 1987, luego del Mundial ganado por la Argentina y que incluyó la famosa “Mano de Dios” ante Inglaterra, Maradona se contactó con los Macri para ofrecerles convertirse en una suerte de embajador de la compañía y les pidió que le prestaran 20 autos para su familia.

El acuerdo avanzó, se organizó un gran acto en la planta automotriz al que iba a ir Maradona para hacer el anuncio y ese día se paralizó la producción de automóviles para que los directivos y los trabajadores lo recibieran como merecía una estrella deportiva de ese nivel. Pero Maradona nunca concurrió ni dio explicaciones sobre su ausencia. Poco después apareció publicitando autos de la competencia y Franco Macri, enojado, le pidió a Maradona que devolviera los 20 vehículos.

Es más conocido el episodio que se registró en 1995, cuando el futbolista más famoso de la Argentina volvió a jugar en Boca y le puso a el apodo de “cartonero Báez” a Macri, que como presidente del club tomó la decisión de bajarle las primas al equipo si no alcanzaban los objetivos deportivos. “Si piensa que los jugadores de Boca somos empleados de Sevel, está muy equivocado”, advirtió.

Allegados al ex presidente de la Nación están convencidos de que muchos de los problemas de esa época con Maradona comenzaron cuando éste le negó la dirección técnica de Boca porque quería que antes iniciara un tratamiento para superar su adicción a las drogas (”Te perdés la oportunidad de pasar a la historia como el mejor dirigente deportivo”, le habría recriminado al titular del club) y aseguraron a Infobae que años después Macri le ofreció esa posibilidad, pero “El Diego” rechazó la oferta: dijo que era un puesto “con demasiada presión” y que él pensaba en su salud.

Cuando el Diez estuvo en Cuba para internarse por sus adicciones, en el año 2000, Macri lo llamó para proponerle que hiciera su despedida del fútbol en la Bombonera. “¿Cómo no te lo voy a ofrecer, si sos un ídolo del club?”, contestó el titular de Boca ante un Maradona que estaba sorprendido por la propuesta de alguien con el que tenía una evidente mala relación.

El partido se concretó el 10 de noviembre de 2001 y Macri había decidido no concurrir porque temía que Maradona lo criticara ante una cancha repleta de sus simpatizantes, pero finalmente asistió porque en el entorno del Diez le aseguraron que también iba a ir el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, y el titular de la AFA, Julio Grondona. No fue así. Fue una trampa para persuadirlo, Macri fue y sólo se cruzó con Maradona cuando le entregó una plaqueta tras el partido: “Vos”, le dijo el futbolista con mala cara apenas cruzaron sus miradas. “Sí, yo”, le contestó el ex presidente, que se fue velozmente de la Bombonera con la certeza de que había zafado de un momento riesgoso.

Macri recordó hace poco que había echado a Maradona de Boca. “Tuve que hacer algo durísimo, porque también era mi ídolo y de todos los argentinos, que fue sacar a Diego Maradona de Boca”, dijo en una entrevista televisiva. Le contestó en duros términos el propio Maradona: “A vos Mauricio, te digo que a mí no me echaste de ningún lado. Fui yo el que dejó el fútbol, para proteger la salud de mis viejos. Esa fue una decisión mía, y no le hice mal a nadie”.

Aquellos fueron algunos de los cruces de la etapa en la que el fútbol unió (y desunió) a Maradona y Macri. Luego llegarían momentos mucho más virulentos, vinculados con las diferencias ideológicas, con un ex presidente de Boca que pasó a la política desde una expresión de centroderecha y un ídolo deportivo que se reconocía peronista y se abrazó a Fidel Castro, Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Cristina Kirchner. Nada podía terminar bien en esa relación de dos personalidades de mundos tan distintos. El tuit desangelado de Macri por la muerte de Maradona fue el símbolo más evidente de esos desencuentros.