A los 47 años, ya es leyenda. Carlos Biasotti sabe que su vida deportiva está definitivamente unida a Atlético Unión. Decidió volver cuando parecía el momento de empezar a decir basta y lo hizo para seguir peleando cosas. Intentando ganar algo y agigantar esa figura que ya es idolatrada en Rawson. Guerrero de mil batallas, Biasotti terminó emocionado, conmovido y con lágrimas, cuando parecía que después de tantas vivencias, nada lo podía conmover. Disfrutó como un niño, gozó como un hombre y analizó con la serenidad de un gran profesional todo lo que fue la Copa: "Es una emoción enorme. Unión es un grande de verdad y haber regresado en este momento y poder conseguir algo tan lindo es una vivencia única. Inolvidable y hermosa. Uno lo disfruta de otra manera sabiendo que hay ya poco camino para adelante y cada segundo es especial. Por eso la emoción. Por eso todo lo que sentí en esta final y que guardaré en mis recuerdos como uno de los momentos más lindos. Creo que merecimos conseguir la Copa de Campeones, un torneo que muchos no han valorado como debe ser pero que ofrece otras cosas que la hacen diferente. Es una conquista que costó porque nadie regaló nada. Nos preparamos para esto, pero debe ser el primer paso para despertar a este Unión que tanto queremos".
Lo llevaron en andas por todo el Bicentenario, se emocionó y festejó como un niño. Sabiendo que estas pueden que sean sus últimas batallas en el arco que fue hecho a su medida. Así vivió la leyenda que es ya Carlos Biasotti uno de los momentos que soñó e imaginó cuando decidió el regreso a su casa. Cuando parecía que no tenía más para dar, Unión encontró en el arco uno de los pilares de esta conquista en la primera Copa de Campeones.
Bicentenario de fiesta para ser campeón
Una postal que todos queríamos ver. De aquel solitario festejo en 2020 de Instituto La Laja en plena pandemia para ser campeón al colorido show que entregó el Bicentenario para presenciar la conquista de Unión en la edición 55 de la copa que nació en la redacción de DIARIO DE CUYO en diciembre de 1966 y que ayer escribió una de sus páginas más coloridas. Es que la Popular Sur del Bicentenario fue propiedad privada de Atlético Unión que con sus cánticos, banderas, bengalas y demás le pusieron toda la fiesta en la previa, durante más aun después. Enfrente, en la Popular Norte, el rojo y el negro de los hinchas de San Miguel no se quedó atrás en su puesta en escena. Las dos hinchadas vivieron la final como tenían que vivirla. Cuando llegó el final del árbitro Fernández, el delirio de los hinchas de Unión amenazó con convertirse en invasión al campo de juego pero no pasó de eso. Del otro lado, los fieles de San Miguel recompensaron con un enorme aplauso el esfuerzo de su equipo que llegó diezmado por lesiones pero dio la pelea. Como tenía que ser. Y al final, el que ganó fue el fútbol porque el Bicentenario volvió a vibrar.
El paso adelante para Unión
En la euforia y la locura por el campeonato, el técnico Gastón Solera eligió la mesura y la objetividad para definir las consecuencias de haber ganado la Copa de Campeones. El entrenador que ya había conseguido el trofeo dos veces como jugador y otra como entrenador no ocultó inicialmente su emoción pero después quiso ir más allá en su análisis: "Es un momento muy lindo. Yo amo a este club y sé lo que se siente cuando te ponés esta camiseta. Lo disfruto por mi familia, por los que me quieren y saben de mi amor por el equipo pero más allá de esos festejos lógicos, creo que debemos ver más allá. Este es un grande de San Juan y si bien uno se ilusiona y se entusiasma con ganar más cosas, con ir a pelear ascensos, creo que tenemos que crecer en orden, en institucionalidad. Estar preparados para dar ese paso que tanto queremos todos. El Federal A es una ilusión que nadie nos la puede quitar pero tenemos que trabajar desde todos los aspectos para tener un club a la altura de un certamen así. Ese es el desafío que tenemos que asumir en este momento de tanta alegría. Ser campeón siempre tiene que servir para crecer".