Del aliento incondicional, al reclamo, a los insultos. Así vivió el pueblo de Sportivo un domingo negro. Con muy poca asistencia pero con la fidelidad de los hinchas que sienten que Desamparados todavía puede, el comienzo del juego contra Ferro mostró mucho aliento desde la Popular Norte. Es más, varios se ilusionaron con el arranque del equipo y tal vez ese haya sido el punto más alto de aliento para el equipo. Pero así como el equipo empezó a decaer en su producción, la hinchada de Sportivo empezó a cambiar aliento por reproche. Los primeros silbidos tuvieron dueño: David Drocco. Luego, también para Fernando Fontana.

En el complemento, se renovó la apuesta de la gente de Sportivo hasta que llegó el golazo de Zaninovich. Ahí, se desató la furia. Parecía que se repetían las postales de Instituto y Quilmes pero el amague de treparse al alambrado quedó en eso. Claro está que los insultos y el pedido de que se vayan todos sonaron fuerte en el Bicentenario. Un pedido de que pongan los pibes del club se hizo clamor pero no pasó más allá de ese deseo.

Luego, consumada la derrota, el pueblo puyutano descargó sus últimos reproches cuando el plantel se metió en los vestuarios. Más tarde, la salida silenciosa y apesadumbrada de todos, mostró que en Sportivo Desamparados la resignación está ganando por goleada.